Caicedo golpeaba la pelota con la raqueta y los arqueros intentaban tapar.

“Es para mejorar los reflejos”, explicó Caicedo, luego de un entrenamiento realizado en la Casa de la Selección en Quito.

El colombiano Rolando Ramírez y los ecuatorianos Francisco Mendoza y Mathew Peñaherrera son los goleros que cumplen con la pretemporada.

La jornada. El trabajo es intenso. Durante casi dos horas los guardamentas pasan volando, tirados en el suelo, levantándose como resortes y gritando “mía”, antes de quedarse con la pelota.

Ramírez, el más experimentado de todos, con 37 años, hacía bromas con los demás jugadores.

“Ustedes están fácil, les cambio el entrenamiento”, les decía.

Y es que goleros y jugadores de campo están separados casi todo el tiempo.

Mientras los de campo corren alrededor de la cancha, ellos trabajan en un arco.

El más joven de todos, Mathew Peñaherrera, de 19 años, contó que el trabajo “ha sido intenso”.

Los arqueros, al igual que los jugadores de campo, trabajan a triple turno. 

Un turno de gimnasio y dos jornadas al día en césped.

“El de la tarde es el turno más díficil”, dijo.

Luego del gimnasio se hace un trabajo para relajar los músculos. Por ejemplo, los goleros deben mirar al frente mientras Carlos Caicedo se sube a un banco y tira una pelota por arriba de la cabeza de los guardametas que deben, a puro reflejo, despejar la pelota hacia los lados.

“Tú sabes cómo es esto de la pretemporada”, le dijo Caicedo a un cansado Ramírez.