Para fiestas informales, continúa, son recomendables zapatos más deportivos. Muestra un par tipo Converse, con un diseño cuadriculado blanco y negro y con la punta exagerada e hinchada como una pelota. “Éstos incluso se usan con pantalonetas”, señala.

Emprendimiento. La sala de la vivienda de “Botecito”, en la ciudadela Nuevo Portoviejo, se ha convertido en boutique de disparatados objetos: coloridas gorras del  triple del tamaño normal, chalecos multicolores, narices postizas rojas, blancas y negras, maquillajes de las tonalidades del neón.

Este emprendedor inició hace cuatro meses la importación de estos artículos desde México, Perú, República Dominicana y Costa Rica para ofrecerlos a su clientela provincial y nacional.

“No me va mal, estoy esperando un nuevo cargamento en las próximas semanas”, cuenta.

Cambios. Su oferta se basa en 31 años de experiencia provocando carcajadas. Por eso sabe, cuenta, la variedad de ropa que usan: trajes diferenciados para fiestas de niños o niñas, eventos nocturnos, animaciones en la playa y más.

También incluye elementos de “seguridad”. Este es el caso de los trajes enteros parecidos un “monito de bebe” que cubren desde los hombros hasta los pies y permite shows con bromas como la de bajarse los pantalones.

En el caso del maquillaje se vende una variedad que se puede “sellar” de tal forma que pueda dar besos con la mejilla sin que se le corra la pintura.

Ventaja. Ramón Moreira, payaso “Tortuguita”, es payaso desde los doce años cuando empezó en un circo. Ahora tiene 55 años y doce ternos diferentes. “Usted no se pone una ropa una y otra vez para ir a las fiestas, acá es igual se debe variar”, cuenta mientras se prueba una peluca de pelos parados de punta y un color anaranjado intenso.

Este humorista señala que antes había muchas prácticas por costumbre e improvisación, ahora los payasos realizan una fuerte inversión en todo los accesorios que necesitan para su trabajo.