Los moradores, cansados del problema solicitaron a las autoridades que se realice el respectivo asfaltado, sin embargo, afirmaron que “el remedio resultó peor que la enfermedad”.

“Pedimos que se nos arregle la calle y la primera semana de enero unas personas vinieron con maquinaria y regaron material sin darle un debido uso, lo dejaron tirado y se fueron, días después con las lluvias esto se convirtió en una piscina de lodo”, comentó Jorge Morales, dueño de una tienda ubicada en el sitio.

El hombre, de 38 años, afirma que el inconveniente no termina ahí, debido a que los buses que circulan por la zona lo hacen en exceso de velocidad, arrojando el lodo a las paredes de las viviendas.

“Se ha socializado con los conductores de la línea de bus que circula por aquí, que es la 28. Unos nos han escuchado, pero otros salen más bravos y abusan de la necesidad de transportarnos que tenemos como ciudadanos”, dijo Enrique  Pinargote.

Según él, la preocupación también se origina debido al peligro que corren los menores que viven en la zona, al intentar cruzar la calzada. 

La comunidad de la cooperativa 16 de Marzo se siente agobiada por la falta de seguridad.

Afirman que los policías no realizan operativos frecuentes en el sector.

“Los delincuentes llegan de otras cooperativas a amedrentar a esta comunidad en la que habita gente amable y que por hechos como esos es considerada peligrosa”, refirió una moradora indignada por los frecuentes robos que se sucintan allí.