Así es. Otro año que termina y que por tal motivo se ha arraigado la costumbre de despedirlo con la quema del monigote, que simboliza la quema de todo lo malo que de una u otra manera ha sucedido en cada localidad, en cada región, en cada país, en el mundo entero. Y con esa quema renace la esperanza de mejores días. 

Renace la esperanza de que ese año viejo se lleve en efecto todo lo negativo, todo lo que ha hecho daño dentro del desenvolvimiento normal de la humanidad, dentro del desarrollo el avance y la conveniente unión de los pueblos, cuya sociedad requiere de la formación de ese todo que haga posible un mejor convivir social, político, económico y de todos los otros órdenes que son capaces de incidir positivamente en el progreso y en el  buen vivir.

En nuestra ciudad, en nuestra región, provincia y país, esa quema generalizada del monigote, que representa física y anímicamente al año que se va, constituye la esperanza de que en el que se inicia no se repitan los hechos, los actos y las cosas que han ensombrecido y distanciado esa unión que tanto requiere la familia y la sociedad en general. Se recibe el nuevo año con la fe puesta de manera positiva en el cambio de actitud de mandantes y mandatarios. 

Con la fe puesta en el cumplimiento de las responsabilidades adquiridas por todos a quienes se les dio una función sea pública o privada, sea de nombramiento o de elección popular. 

Lo cierto es que con el nuevo año renace esa esperanza y esa fe y por ello es que, con la quema del monigote que se hará esta noche y con el amanecer del nuevo día y como tal, del nuevo año, renazcan los deseos generales con un acontecer mejor en el 2015, por sobre todas las cosas que esas mejoras comiencen en el ámbito local que tanto requieren nuestros pueblos,  para poder llegar así a conseguir las mejoras regionales y nacionales. 

Por Bahía de Caráquez y por el país,  feliz año 2015.