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LA ENVIDIA IMPIDE  EL DESARROLLO (II)
LA ENVIDIA IMPIDE EL DESARROLLO (II)
Por: Guido Álava Párraga

Jueves 25 Diciembre 2014 | 04:00

En la primera referencia sobre este terrible antivalor señalé su concepto y sus impactos, en esta oportunidad me referiré a las causas que la provocan y algunas pautas para librarnos de ella, siempre insistiendo en que la envidia es uno de los pecados y problemas emocionales más frecuentes y perjudicial para todos.

En nuestro medio con mucha frecuencia veo personas impactadas por la envidia, unos envidiados por el prestigio, o por reconocimientos recibidos, otros por el estatus ocupacional, el dinero, el poder, las posesiones materiales, los talentos, la belleza.
En la antigüedad el rey Salomón escribió en el libro  de Eclesiastés esta hermosa conclusión: “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo”.
Muchas circunstancias pueden abonar a la práctica de este antivalor, entre estas están: las inseguridades generadas durante la niñez, sentimientos de rivalidad, sentimientos de Inferioridad, malos ejemplos en el hogar y otros entornos. También las carencias afectivas en los hijos por parte de los padres.
¿Cómo podemos apartar de nuestras vidas la envidia? Reconociéndola como un defecto o debilidad de nuestra personalidad, aceptándola como un pecado horrendo, como un sentimiento que nos empequeñece y nos hace ver como inmaduros, es más digno mostrar amor incondicional con toda persona a nuestro alrededor, aplicando  uno de los grandes mandamientos de la ley de Dios: Amar al prójimo como a nosotros mismo, de igual forma nos ayuda el mantener en nuestra práctica el valor de la humildad. 
Aceptemos al prójimo alegrándonos con sus triunfos y estemos muy atentos e interesados en la edificación y éxitos de nuestros seres queridos, amigos y la sociedad en su conjunto, solo así haremos posible nuestro desarrollo integral. Demostrado esta que una sociedad que no cultiva la envidia es una sociedad que avanza, cuando la envidia es erradicada de nuestra mente y actitudes se crea espacio para que los demás valores estén con el individuo en la práctica diaria, produciendo buenos frutos. 
La envidia siempre coexiste con otros sentimientos bastardos, bloqueando la prosperidad de la propia persona que la práctica, por esta razón hay que esforzarse por quitarla de nuestro interior, si queremos ser una ciudad prospera en todo, tenemos que culturizar los valores que generan crecimiento trascendente, aquellos como la solidaridad, el respeto mutuo, la mansedumbre, la perseverancia, la paz, la amistad, la justicia y el esfuerzo por lo bueno.
En el nuevo testamento hay una sabia recomendación del apóstol Pablo en una de sus cartas que expresa:  “todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Esta es la cultura que debemos desarrollar todos los ciudadanos que amamos esta geografía. ¡Fuera de nuestra vida la envidia, la amargura, el chisme y todo lo que suena a mediocridad, soñemos en grande y perseveremos con el máximo esfuerzo en alcanzar el desarrollo.   
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