Quiteria Macías, quien realiza sus compras cada quince días, señala que la medida es buena, sobre todo para saber lo que se consume.

“Un producto que yo compro con frecuencia es alto en grasa y en azúcar, por lo que he reducido su consumo. Son cosas que antes no sabíamos”, dijo Loor.

Otra consumidora, Maritza Guadamud, indicó que ahora prefiere mirar el grado de azúcar antes de comprar. “Mi familia siempre ha tenido diabetes, entonces me cuido en eso para no sufrir lo mismo”, contó Guadamud. 

Para la ministra de Salud, Carina Vance, con el etiquetado la cartera de Estado ha determinando que más del 20 % de las grandes y medianas empresas reportaron que han reducido al menos un componente (grasa, azúcar y sal) para no tener el etiquetado rojo.

EMPRESAS. En el país hay 10.102 alimentos procesados de grandes, medianas, pequeñas industrias y microempresas. El 29 de noviembre fue el último plazo para que los productos contaran con la nueva etiqueta.

Carlos Briones, dueño del local comercial El Mayor en Portoviejo, cree que hace falta difusión del etiquetado.

“Hay clientes, muy pocos, que preguntan y uno a veces no sabe qué decirles. Hace faltar socializar  más el tema que es de gran importancia”, aseguró Briones.

BENEFICIOS. En el caso de los beneficios que ofrece el nuevo etiquetado a los alimentos, la nutricionista Shirley Zambrano asegura que con la medida se “puede elegir entre alimentos saludables y alimentos perjudiciales para nuestra salud o de consumo ocasional”. 

Además cree que con este sistema no solo se puede bajar el índice de obesidad sino que también evitar los riesgos de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, la hipertensión arterial, la enfermedad cerebrovascular y el cáncer, que son la principal causa de muerte en nuestro país. 

“Nosotros como consumidores somos los que escogemos si queremos mejorar nuestra salud o seguir con los mismos hábitos; en nosotros  está la decisión”, asegura.