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Pedro Vincent Bowen
¡gesto valiente!

Gesto valiente! Dos palabras que resumen la opinión mundial sobre la decisión de Barack Obama de reiniciar relaciones diplomáticas de EE.UU. con Cuba luego de mantener distancias por más de medio siglo.

Domingo 21 Diciembre 2014 | 04:00

 Sin embargo, no todos los obstáculos están eliminados para una total reconciliación. “Falta levantar el bloqueo económico, comercial y financiero de la Isla Caribeña”, considera Raúl Castro. Pero (el infaltable), considero yo, que para llegar a esa meta, es necesario dar un primer paso. Y ese paso ya está dado gracias a la presión de la OEA, la Unión Europea, UNASUR y hasta del Papa “Pancho” (fanático del San Lorenzo de Almagro y terror de curas pederastas).

Sólo resta convencer a la colonia de cubanos residentes en Miami, que de nada vale mantener su resentimiento per secula seculorum contra los supuestos causantes de su auto exilio.
Los tiempos actuales son diferentes a las décadas pasadas. Antes se arremetía verbal y armamentistamente por diferencias políticas entre países que llegaron, inclusive, a poner en riesgo la supervivencia de la humanidad con misiles nucleares apuntados a la yugular de los contrincantes. Hoy vemos en cambio, con beneplácito, que basta una llamada telefónica (Obama - Castro) para ponerse de acuerdo y entender que es estúpido mantener una enemistad que a ninguno de sus pueblos conviene.
Cuando visité al alcalde de Miami, Maurice Ferré (1974), en mi calidad de concejal para recibir los primeros carros recolectores de basura que llegaron a Manta (donados), conocí a uno de sus asesores: Lázaro Albo (cubano), a quien le pregunté al final de la ceremonia en la que se me entregó la Llave de la Ciudad: ¿Si se abrieran las fronteras para que los cubanos puedan entrar y salir sin restricciones, regresarías a Cuba? La respuesta fue contundente: “¡No chico, de ninguna manera! Yo aquí soy un importante dirigente político, presido una fundación de ayuda a los ancianos y soy asesor del alcalde. Si regreso a Cuba, volvería a ser lo mismo que hacía allá: chofer de una guagua” (bus).
También recuerdo mi último viaje a La Habana (1982), casi de agache, con un pasaporte distinto al que usaba con visa yanqui, por obvias razones. La visión que tuve entonces de los cubanos respecto al gobierno norteamericano, espero que hoy, con este ¡gesto valiente! de Obama, sea diferente. Os lo contaré a mi regreso. Salgo el próximo mes hacia Cubita la Bella invitado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos de Latinoamérica, para participar en eventos culturales, sociales, históricos, turísticos y políticos en La Habana, Varadero, Santa Clara y Cienfuegos.
 
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