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Johnny Medranda
Jesús, María y nosotros del siglo xxi

Si todavía estuviéramos esperandos a Jesús, ¿cómo imaginaríamos su llegada? Seguro que igualito como se lo imaginaron hace 2014 años atrás! ¿Un niño de una familia real como la de Inglaterra o España? ¿Un niño de algún científico o super estrella de Hollywood rodeado de grandes personalidades, lujos y seguridad? Finalmente nació, y fue de una mujer desconocida, llamada María; de un esposo desconocido llamado José; y de remate en un pueblo sin importancia llamado Belén. Esa fue la llegada de nuestro redentor.

Viernes 19 Diciembre 2014 | 04:00

 De una familia sin importancia en un lugar sin importancia y en algún tipo de establo con animales; y tal vez rodeado de pastores que pasaban todos los días de sus vidas aburridos arreando ovejas y ganados. Nació en un entorno de humildad, mas no de majestad. ¡Nada espectacular! Como hecho patético frente a las expectativas del mundo, en ese entonces y ahora.

Pero hubo algo espectacular que no muchos apreciamos. La actitud de María cuando el ángel Gabriel le anunció que quedaría embarazada siendo virgen; y daría a luz al Mesías. Una mujer con la mitad de cerebro en ese instante pudo haber concluido miles cosas: ¿Cómo? José no le creería, la matarían; era muy pobre y tal vez con un autoestima del tamaño de su bolsillo y mil otras repercusiones producto de ello. La mayoría de mujeres en esa posición hubiesen salido corriendo del susto e incredulidad. Aquí viene lo espectacular, su respuesta a Gabriel: “Aquí tienes a la sierva del Señor, que él haga conmigo como has dicho”. Sin importar su situación o circunstancias aceptó esa realidad, una realidad que cambiaría la historia del mundo. Creó un antes y un después.
En esta Navidad los invito a reflexionar. La vida nos da oportunidades. Pero las mejores oportunidades son las que nosotros mismos nos las creamos, primero en nuestras mentes. Para que se concreten solo depende de nosotros, sin importar en qué circunstancias nos encontremos. No miremos nuestras limitaciones, nuestros apellidos, el tamaño de nuestra cuenta bancaria, nuestro color de piel u ojos, nuestras amistades, nuestra educación, nuestro lugar de nacimiento o autoestima. 
Sea lo que sea, todos tenemos derecho a lo mejor que este mundo puede ofrecer sin que nadie nos limite. Eso sí, nadie nos los dará en una bandeja de plata. Tenemos que levantarnos todos los días y trabajar por ello. Ese mismo Dios que hizo de una mujer desconocida la reina de todos los cristianos, puede hacer de nosotros algo más que simplemente hombres que viven de dádivas circunstanciales. “Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten……..”. Filipenses 4:19. De todo lo que necesitemos para nuestra existencia como individuos, como sociedad. 
Feliz Navidad y que el 2015 sea un nuevo comienzo, una nueva oportunidad de concretar nuestras metas e ideales. 
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