Donde lo que más se hace es comprar cosas, invitar a una fiesta, a una cena a nuestros amigos y familiares.
Fecha en que nos volvemos exquisitos con los demás, haciendo teletones para reunir dinero con el objetivo de entregar canastos de comida o ropa a familias que creemos que la necesitan en esos barrios o sectores a los que los denominamos pobres o periféricos, para alegrarles por unos días.
Olvidando que sus necesidades son de 365 días al año.
¿Qué es en realidad la Navidad?
Es el momento mágico en que Dios, con el nacimiento de Jesús, hace posible un pacto de amor con la humanidad.
Genera a través de él un acercamiento vital, sienta las bases de la cristiandad, la filosofía que marcará la era en la cual caminamos. Entonces revisemos el verdadero significado de esta fecha.
¿Qué dicen las Sagradas Escrituras? Que “de Dios proviene todo lo bueno, agradable y perfecto. Todo lo que beneficia a los seres humanos. Él es la fuente de todos los principios y valores” (Pedro 1, 13-25/ 2,1-3).
Entonces al entregarnos a su hijo unigénito (quien viene con una misión servir y redimir a la humanidad) él, a través de Jesús, desde el momento que comienza a comunicarse con el pueblo transmite el más grande de los mandamientos Amar a Dios sobre todas las cosas.
Y al prójimo como a ti mismo.
Y en las bienaventuranzas los principios del cristianismo que son los valores del cristianismo, conocidos hoy como valores morales, como la Justicia, bondad, solidaridad, lealtad, respeto, humildad, sencillez, todo aquello que contribuye a la felicidad del ser humano.
Entonces la Navidad debería ser volver a recordar su verdadero sentido.
Acoger a Jesús en nuestra vida.
Por lo tanto hacer carne de nuestra carne lo que él vino a enseñarnos.
Transformar la condición material de la humanidad, dotándole de espiritualidad; y lo espiritual jamás podrá cultivarse ni llenarse con lo material.