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Boris L. Zambrano Cabrera
UT-NAPISTI

“Todo cuanto tenía lo llevé conmigo; todo el fruto de mi vida lo cargué en el barco; familia y parientes todos: animales del campo, animales de las praderas y artesanos de todos los oficios, a todos los embarqué.

Miércoles 17 Diciembre 2014 | 04:00

 Subí al barco y cerré la puerta…Cuando amaneció el día espléndido en el horizonte lejano se apelotonaba una nube negra…La claridad del día se convirtió de repente en noche; el hermano ya no ve al hermano, ya no puede distinguirse la tierra del cielo. Los dioses, llenos de terror ante las aguas, huían y se refugiaban en el cielo de Anu, los dioses se acurrucaban como perros junto a la pared y se quedaban quietos. Durante seis días y seis noches aumentaron la tempestad y las olas…Al amanecer del séptimo día solté una paloma y la envié lejos, y como no hallaba sitio donde descansar, regresó. Envié una golondrina y la dejé volar, y también volvió a mí. Luego solté un cuervo y no regresó” (Dioses, tumbas y sabios. C.W.Ceram; 1985:271).

Este es un fragmento del relato de Ut-napisti, el antepasado común del género humano, que contó a Gilgamés, héroe mítico de la antigüedad. Texto parecido lo puede encontrar en Génesis 10 sobre el diluvio bíblico solo que lo narrado por Ut-napisti es más antiguo que el que consta en la Biblia escrita muchos siglos después pero es en realidad el mismo Noé. No es una narración de esas catástrofes que aparecen en la mitología de casi todos los pueblos del mundo, sino la descripción de un diluvio determinado.
Cuando Leonard Woolley excavó en Ur (1927-1928) en busca de los “cabezas negras”, los sumerios, se habían producido amplias discusiones sobre la verdadera existencia de este pueblo aunque había muchas evidencias. Woolley comprobaría la autenticidad del diluvio, el narrado por Ut-napisti y en la Biblia, siendo el pueblo sumerio el antecesor de asirios y babilonios, al encontrar a una profundidad de 12 m, una capa de 2,5 m de arcilla, completamente limpia sin restos culturales. El país de Sumer debió haber conocido una enorme inundación. Woolley siguió excavando y encontró un templo de la diosa-madre Nin-Chursag, el más antiguo edificio del mundo construido por A-anni-padda, rey de Ur, hijo de Mes-anni-padda, rey de Ur. Luego encontrarían evidencias y armarían listas reales con 10 dinastías, los 10 “primeros padres” que reinaron 456.000 años.
 La arqueología nos trae estas evidencias, lo que nos permite deducir que la realidad es muy lejana a la que nos enseñaron nuestros maestros. Por ejemplo, el código de Hamurabi está basado en el del rey Lipit-Istar, 150 años más antiguo. Los Sumerios registran en su historia 27 primeras veces: las primeras escuelas, el primer soborno, el primer caso de delincuencia juvenil, libros de leyes, calendario del labrador, primera literatura épica, las leyes morales, la primera canción de amor, la primera edad de oro de la paz, el primer paraíso, el primer experimento de jardinería, etc. 
El conocimiento vino de arriba, de los dioses antiguos que en muchos casos fueron perversos con la humanidad.
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