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Pedro Vincent Bowen
Despertando el plan CHE

Hoy se cumple exactamente un año, dos meses y ocho días, desde que en esta misma columna puse a dormir el tema: “El Plan Ch del Yasuní” (VII), que lo acaba de despertar doña Barbara Hohn, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente del Bundestag (Cámara de Diputados) de Alemania.

Domingo 14 Diciembre 2014 | 04:00

 

Recordemos lo que dije entonces: “… sin perder más tiempo… comencemos a chupar, chupar y chupar el petróleo que aún queda en la entrañas del Yasuní… antes de que los peruchos se lo sigan chupando a todo full desde el otro lado de nuestra frontera Sur, mediante largos sorbetes operados horizontalmente por las (20) más grandes petroleras del mundo que tienen concesionadas 55 millones de hectáreas (75%) de la selva amazónica del Perú...”
¿Qué pito toca doña Barbara en este asunto que (aparentemente) compete sólo a los ecuatorianos, ah? 
Ah, pues, según recoge la prensa internacional y nacional en sus primeras planas (en la que aparece la susodicha con una cara de bárbara mismo) regañando al Gobierno ecuatoriano por haberle impedido el ingreso a nuestro territorio para visitar el Parque Nacional Yasuní, con la finalidad de constatar el avance del proyecto que tenemos en marcha para la explotación de los recursos hidrocarburíferos en la zona y su posible impacto al medio ambiente, con cuyo informe se presentaría en la Cumbre por el Cambio Climático (COP20) llevándose a cabo en Lima.
La reacción de nuestro canciller Patiño no se hizo esperar: “Ecuador no es una colonia desde hace 200 años y tiene el derecho a determinar las visitas que acepta o no en su territorio”. 
Muy bien dicho. ¡Aplausos! Nuestra dignidad es primero, saben. Vale más que todo el petróleo del Yasuní y sus alrededores.
Pero (el infaltable), confieso, siento cierto sabor en la boca, al hablar de dignidad, cuando veo a la conspicua organizadora de concursos de belleza y permanente viajera (doña Ivonne), recorriendo el mundo con el sombrero en la mano solicitando, a nombre de Ecuador, “una limosnita por el amor de Dios” para salvar del exterminio a las tribus nómadas no contactadas (150 taromenanes y 30 tagaeris) e impedir que arrasemos con la fauna y la flora de la selva amazónica ecuatoriana. Más aún, el sabor se vuelve más agrio, cuando en la lista de donantes aparece Alemania, según la reacción de la misma doña Barbara: “Es el interés legítimo de nosotros ver a dónde va el dinero del gobierno alemán”. 
También tiene razón, lamentablemente.
La lección que debe quedarnos, entonces, es: Si no queremos que nadie nos saque en cara lo que nos da, no pidamos nada a nadie. Y punto.
 

 

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