Actualizado hace: 930 días 8 horas 58 minutos
José León Ibarra
La herencia de la Política mexicana

Los tristes acontecimientos que sacuden actualmente a México de seguro tienen sus antecedentes en la política de los últimos 90 años, desde cuando estuvo dirigida por el PRI (Partido Revolucionario Institucional), que tuvo su origen en 1910, tras la finalización de la revolución mexicana, y mantuvo su vigencia hasta el año 2000, cuando Vicente Fox, de la agrupación política “Acción Nacional”, llegó al primer poder nacional como parte de las élites del poder en la nación.

Jueves 11 Diciembre 2014 | 04:00

Pero la verdad es que no es la primera vez que México se encuentra inmerso en graves conflictos sociales con acusaciones de crímenes de estado, al igual que en la década de los 60 con la matanza de estudiantes en Tlatelolko, mientras era ministro de gobernación Luis Echeverría Álvarez, quien en 1970 fue elegido presidente de la República.
Mi experiencia del “México profundo y rural” fue -precisamente en ésa época- cuando me desempeñé en calidad de observador-becario del Instituto Indigenista Interamericano, lo que me permitió adentrarme en su realidad social y política. Esa toma profunda de contacto con aquella relevante dimensión causó honda impresión en mí al conocer -de primera mano- el profundo nacionalismo de esta gran nación, que trepa vertiginosamente desde sus mismas raíces por sus venas pujantes cargadas con pura sangre indígena. En aquellos tiempos era común escuchar al presidente Echeverría comenzar sus intervenciones públicas con la frase “nosotros, los indígenas”.
La estructura del estado (incluido el sindicalismo) estaba copada -prácticamente en la totalidad del repertorio nacional- por la ideología del PRI, evidenciándose en la praxis en la movilización de grandes masas humanas en las manifestaciones y marchas populares de apoyo al gobierno; es decir, existía una organización de estructura vertical, obsecuente y continuista.
El presidente de la república era quien directamente nombraba a su sucesor cada 6 años apadrinándole durante ese tiempo y -con más fuerza aún- en el concierto de la candidatura, por lo que el apadrinado -con total seguridad- era elegido nuevo mandatario. Así sucedió durante 70 años. Se puede afirmar que éste tipo de gobernación comenzó con Porfirio Díaz, quien gobernó por espacio de 35 años hasta 1910, cuando lo defenestró la revolución mexicana.
El gran contraste de la política interior mexicana fue su política exterior, la más soberana y altiva de América y que nunca estuvo al servicio de los dictados ni de ni de Moscú, granjeándose así el respeto y la simpatía en el concierto de las naciones.
Como corolario podemos mencionar que hoy espectamos a un México conmocionado por los crímenes de la mafia (seguramente actuando en algunos casos bajo la capa protectora de los políticos de turnos) sin que el pueblo haya podido reaccionar hasta el presente momento.
La dura lección que deja México es que la democracia necesita alternabilidad y plena transparencia para el libre juego de los poderes y del movimiento de los partidos políticos, una libertad de prensa informativa. El Parlamentarismo es el mejor tipo de democracia que se da en Europa hasta nuestros días.
 
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