Partidarios algunos de los censurados o críticos improvisados, que los hay por montones, hay que recordarles que don Mao Tse-Tung, cuando planteó la revolución cultural no era el afán de entregar una masificación cultural.
Y qué sería de nuestro planeta si a lo largo y ancho, sus habitantes se encuentren llenos de conocimientos que apunten a una misma respuesta.
Y para no ahondar más sobre la preocupación de algunos amigos que tuvieron la oportunidad de escucharme en el medio televisivo, quiero preguntar: ¿La obra de Boris Pasternak (premio Nobel), El doctor Zhivago, ¿la habrá leído todo el mundo? ¿O la Madre de Gorki o quizás el Jugador de Dostoyevski?
Hay que tener un poco de cordura para poder adentrarse en apreciaciones, que aunque bien pueden ser saludables no quiere decir que deben realizarse ya.
Sabemos que hay que trabajar permanentemente por la enseñanza y el aprendizaje. Y que resulta muy agradable que millones de seres en nuestra tierra hayan leído al Gabo, al menos en algunas de sus obras como Cien años de soledad o El Coronel no tiene quien le escriba, pero en determinado momento por obvias razones no se puede conocer toda la literatura de García Márquez. Como las obras de Jorge Icaza, nuestro crédito literario autor de Las tres ratas o Huasipungo.
Claro que es anhelo nuestro que Juyungo, de Adalberto Ortiz, sea leída por la gran población universal; o Cruces sobre el agua, de Joaquín Gallegos Lara.
Pero hay mucho que seguir trabajando para que el arte, la literatura, la investigación social, se masifiquen; por ahora sigamos esperando que los gobiernos centrales y locales se interesen un tanto más por el desarrollo de nuestra cultura, aportando con sus presupuestos para la finalidad.