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Ernesto Intriago
Portoviejo, el cambio y el chip

Es evidente que en Portoviejo soplan vientos de cambio, los vientos están a favor, el cambio que se espera es una transformación positiva, una deuda que quienes han gobernado la ciudad en los últimos tres lustros aplazaron y dejaron crecer, pero llegó quien promete pagar la deuda: Agustín Casanova.

Domingo 30 Noviembre 2014 | 20:19

 Pagar esa deuda no es más que darle a Portoviejo lo que se merece: la imagen de una ciudad ordenada, limpia, moderna, histórica, colonial, con ciudadanos orgullosos y de bien. 

 
Para que esto se logre, el gobierno local está trabajando, por ahora ese trabajo es invisible, pues se está planificando el futuro de la capital de los manabitas, la planificación requiere estudios, armarse de conocimientos, sentarse en una mesa a conversar, negociaciones… así es el trabajo invisible. Para que todo eso sea tangible pasarán muchos años, tal vez no le alcancen los cinco años al alcalde para cumplir con sus promesas, pero con eso de la reelección indefinida, bien puede. 
 
Lo cierto es que el alcalde Casanova se está tomando muy en serio el encargo social que le otorgó la ciudadanía. Se está moviendo, está gestionando la financiación de proyectos con capital europeo, está promoviendo el cambio de pensamiento, quiere que los portovejenses cambien el chip, lo hace por medio de una campaña que se oficializó con una marcha, discursos y fanfarria.
 
Cambiar el chip también significa resetearse, empezar de cero, Portoviejo no está en cero, no lo estuvo cuando el alcalde Casanova tomó el mando de la capital, se debe respetar la historia, buena o mala, debe respetarse, lo que no se puede, es repetir. 
 
“Cambia tu Chip” es una campaña para tomarla con pinzas, dejando de lado que no es para nada original, sí es necesario inyectarle a la ciudadanía un poco de optimismo, las instituciones deben mantener sus campañas, desarrollarlas, difundirlas, publicitarlas, para eso existen los medios de comunicación. Pero sería peligroso que todo ese “cambio” se transforme en esnobismo. Para que eso no suceda existen los medios de comunicación, por ende el periodismo, el periodismo responsable. 
 
Es preocupante cuando los periodistas adoptamos, so pretexto de arrimar el hombro por el cambio, el discurso oficial. Se puede ser periodista-gobiernista, pero la audiencia no distingue a uno del otro, es una dicotomía inadmisible, pues, para un periodista nada es perfecto y para un gobiernista todo está perfecto. Los televidentes, los radioyentes, los lectores, ven, escuchan, leen al periodista.
 
Lector, lectora, hay una inmensa diferencia entre cambiar e implantar un chip. En la primera, usted lo decide; en la segunda, deciden por usted. Recuerde que Portoviejo nace de usted.
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