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DE DIFUNTOS Y FINADOS

Noviembre es el mes donde rendimos especial tributo a quienes se nos adelantaron en el viaje eterno al más allá. Pero también en éste mes de los difuntos, recordamos a otros finados que yacen para siempre en la tumba fría bajo la lápida del olvido en el panteón de la eternidad y del silencio, como son la muerte de ciertas cualidades y virtudes que ya constan como un cementerio en el diccionario de la lengua; como la honestidad que es dar a cada quien lo que le corresponde sin perjudicarlo.

Sábado 29 Noviembre 2014 | 04:00

 Esta virtud observa a las otras virtudes que las embellecen y los defectos que las corrompen, analiza los motivos de practicar las primeras y de huir de las segundas. Hoy esta virtud ya no existe, no aparece sobre todo en ciertos políticos corruptos y servidores públicos, ya que está sepultada para siempre baja la cripta del descaro.

La responsabilidad es otra de las virtudes que se encuentra enterrada en los barrancos del abandono. Se dice de esta virtud que anteriormente existía una noción más vigorosa acerca del sentido de la responsabilidad y se premiaba visiblemente con el aprecio y la estimación a los mejores servidores de la  sociedad, a los mejores educadores de su prole, y se sancionaba con indiferencia y desconfianza a los irresponsables. Antes la palabra de honor, de varón, tenía un sentido muy diverso al actual.
El respeto, esta bella virtud es la esencia de las relaciones humanas, hoy lo tenemos embozada en la fosa de la indiferencia. Antes el respeto fue una virtud que adornaba la personalidad  humana. El respeto es la base de toda convivencia en sociedad. Las leyes y reglamentos establecen las reglas básicas de lo que debemos respetar. También el respeto a sí mísmo  que es el mejor, porque el respeto al derecho ajeno hoy  por hoy  no es más que una solemne hipocresía. La puntualidad es otra de las más bellas virtudes que adornan al ser humano que la conserva, pero esta hermosa virtud que hace de toda persona un ente respetable, hoy yace fría en el encierro de la lápida de la negligencia. La sinceridad, es otro de los grandes valores de la humanidad que se encuentra sepultado bajo la tumba en el panteón del olvido. La sinceridad es la manifestación de las más excelentes cualidades morales. Por falta de espacio no describo a otras virtudes que también se encuentran sepultadas en el cementerio de la ignominia. Virtudes que hacen de todo ser humano un modelo ejemplar de admiración, respeto y cariño. Hoy es muy difícil encontrarse con personas  que por sus cualidades nos llamen la atención; la cordialidad y amabilidad han desaparecido, virtudes que son como una mano piadosa que separan el cariño de la indiferencia y sirvieron como primer eslabón para la cadena de la amistad.
 
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