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A 25 años de la caída del muro de la vergüenza
A 25 años de la caída del muro de la vergüenza
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 09 Noviembre 2014 | 04:00

La noche del 12 de Agosto de 1961 se inició una de las aberraciones de mayor vergüenza para la convivencia social del siglo XX: La construcción del Muro de Berlín, aquella línea de concreto reforzado que partió físicamente y moralmente, no solo a la capital de Alemania sino a todo ese castigado y destruido país. Su edificación, cuenta la historia, surgió como punto máximo de las pésimas relaciones que sostenían las potencias que, vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, se habían parcelado Berlín, con políticas e intereses claramente contrapuestos.

Por un lado se encontraban las de orientaciones comunistas, socialistas y totalitarias, encabezadas por Rusia; y por el otro, los aliados, capitalistas occidentales, conformados por Estados Unidos, Francia e Inglaterra, principalmente. Los envolvía el asunto de la repartición del dominio del premio mayor de la guerra, pero una vez liquidada la amenaza del nazismo, los principios políticos, doctrinarios y los consecuentes intereses de dominación, empezaron a friccionar más, aumentando las diferencias entre esos bandos, que suelen permitirse llegar a estar juntos, pero nunca revueltos.

En 1949 se forman dos Alemanias: La del bloque oriental llamada República Democrática Alemania (RDA), con su capital Berlín; y la occidental República Federal Alemana (RFA), que adoptó a Bonn como su centro político y económico. Decenas de puntos de control formaban la línea divisoria. Mas, con el transcurrir del tiempo, el sistema de administrar las partes sentó la gran diferencia. El desarrollo progresivo que empezó a sentir y exhibir el habitante de la RFA motivó una especie de éxodo desde la RDA, quienes, ante la posibilidad de quedarse con minoritaria población, optaron por la medida de tender un cerco de alambre de aproximadamente 160 kilómetros, cerrar la casi totalidad de los puntos fronterizos y la implantación progresiva del fatídico muro.
Miles de familias quedaron separadas por la barrera de cemento, cuya altura en la ciudad mediaba entre los tres y cuatro metros, con una franja adicional de fosos, cercas de alambre electrificadas, torres de vigilancia y constante patrullaje de soldados con perros amaestrados.
“Entre 1961 y 1989 más de 5.000 personas trataron de cruzar el muro y más de 3.000 fueron detenidas. Alrededor de 100 personas murieron en el intento, la última de ellas el 5 de febrero de 1989”. (“Disfruta Berlín, tu guía de Berlín”).
Más, como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante, la paciencia alemana llegó a su máximo, explosionando con multitudinarias manifestaciones en Berlín occidental, empujando a los berlineses orientales que se agolparon en los puestos de control hasta lograr cruzarlos. Esto obligó al gobierno de la RDA a facilitar el paso, el histórico 9 de Noviembre de 1989. Al día siguiente empezó el frenesí del derrumbe. Martillos, hachas, picos y toda herramienta con punta fue usada por los berlineses y ciudadanos de todo el mundo en la destrucción de aquel muro de la vergüenza, parte del cual ha quedado como símbolo de ese absurdo que por 28 años constituyó ejemplo de lo inhumano que puede llegar a ser el hombre.
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