Indudable que el logro de derribar la casa de una familia por demás respetable del medio, que por su estado de vetustez más allá de afectar seriamente el ornato de la ciudad capital provincial, se había constituido en un peligro inminente y era un foco de olores nada agradables para vecinos y transeúntes, bien pudiera calificarse que es o debe ser el inicio de un proceso similar necesario.
Y es que esta verdadera imposición en que se convirtió el tema, en la que salió airoso el GAD como lo esperaba la ciudadanía toda, defendido vaya usted a saber el motivo por esta oficina de patrimonio, que en nuestro medio diera la impresión que confundió y para largo el rol verdadero de su accionar, debe constituirse en el ejemplo palpable que donde manda capitán no manda marinero.
Ubicado como quedó el tema, que es la Corporación Municipal la que con su criterio prevalece sobre toda decisión que involucre propósitos de su vecindad; o dicho de otra manera, que es ella la dueña de la ciudad.
En buen romance; con esto pondrá punto final a estas poses rimbombantes o posturas de burócratas, muchos de ellos oriundos de otros lares - como es norma caso general de este régimen que nos gobierna - que quisieron imponer sus criterios sin ningún sustento o fundamento que beneficie a la ciudad.
Y realmente que hay otras viviendas con esta misma declaratoria en Portoviejo, realizadas probablemente a la ligera, que por su condición de franco deterioro deben correr la misma suerte del bien ahora derribado, para mejorar el ornato de la ciudad.
Inclusive hasta por evitar un accidente que puede provocar la pobre estructura de estas casas a punto de caerse y abandonadas a su suerte, muchas de ellas convertidas en refugios y madrigueras.
Y ya como resultado de esta buena decisión, queda como escenario ideal en el lote baldío para planificar, de parte de la corporación municipal, la prolongación de calles en el sector, que brindará a la ciudad el desahogo que requiere para el caótico tránsito que se forma en esa zona céntrica.
Y la oportunidad de proyectar una verdadera área de parques de recreación, que también se requieren para que el centro de la urbe recupere su atractivo y en horario nocturno brinde presencia ciudadana.
Que se ponga el mismo énfasis en mejorar el libre tránsito del centro de la ciudad ahora que se está asumiendo la competencia en esa materia.
Y con la misma pasión y visión que se lo hace con la zona del aeropuerto de la ciudad, donde las inversiones son en mayores proporciones, sin tener que quitarle un bien necesario y emblemático de la capital manabita.
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