Pero también dijo que al pasar por San Vicente le llamó la atención el mal estado de sus calles. También hizo saber  que en las vías que recorrió, muchos sectores de la carretera estaban llenos de basura, que no había señalización en ciertos lugares y que las jardinerías de la carretera estaban descuidadas. El mal estado de las calles de San Vicente y las otras anomalías que constató deben ser corregidas.

El Sr. Presidente con mucha razón hizo saber que falta espíritu de trabajo y responsabilidad para que las obras se hagan y se mantengan en buen estado.

Es doloroso anotar que muchas personas que trabajan para el Estado y para la empresa privada están invadidas por una acedia dulzona que les lleva a pensar que todos están contentos, y a otros les invade una anemia galopante que solo busca solucionar los asuntos que les interesa. Lo anotado nos lleva a fomentar el desperdicio de recursos humanos y a veces se despilfarra dineros que pertenecen a la comunidad.

Sería conveniente que una persona de altísima confianza del Sr. Presidente de la República transite por la vía Chone – Canuto – Calceta – Junín – Pimpiguasí y pregunte por qué esa carretera, que se contrató en marzo del año 2008, todavía no se termina. Hay tramos como la Chone – Canuto, en la cual se puso pavimento rígido, ya se está deteriorando.

Es necesario que la ciudadanía, todas y todos pongan interés sin usar  calificativos altisonantes o denigrantes, y con tranquilidad hagan saber a los organismos de control que, a pesar de las buenas intenciones del poder público, hay obras inconclusas. 

Hay sectores como el sector agrícola que cada día se deteriora más y el campo se abandona; y en las ciudades de Portoviejo, Manta, Chone, El Carmen aumentan sus barrios marginales. 

No es posible contemplar que el río Portoviejo, el río Chone, el río Canuto y otros siguen envenenados y las aguas que corren por su cauce no son aptas ni siquiera para el consumo animal. 

Mientras las obras fundamentales, como la recuperación de los ríos y muchas localidades, sigan echando las aguas servidas a los ríos; nos seguiremos enfermando. 

Si la injusticia distributiva y contenciosa que administran los jueces sigue cayendo sobre los hombros de los más débiles, es difícil vencer la pobreza y desterrar la violencia.