¿Cómo y dónde se producía y llegaba hasta Bahía de Caráquez, puerto natural para este comercio? Hubo en el norte manabita cientos de fincas cacaoteras: Providencia, Caridad, Manchuria, La Torre, La Hilda, La Clemencia, situadas a las riveras del Río Chone, del Garrapata y sus afluentes que correspondían a las parroquias Santa Rita, Ricaurte, Boyacá y Pescadillo (hoy Flavio Alfaro), que improvisaban puertos fluviales para en grandes balsas de esta madera, reforzadas con guadúa, llevaban el cacao por el Río Chone hasta La Margarita, donde llegaba ya la marea alta y de ahí en lanchas a motor hasta Bahía de Caráquez. Algunos se arriesgaban a llevarlo en las propias balsas hasta la Bahía en peligrosa acción, donde se lucían los “bogas”, robustos mozos que, palanca en mano, conducían las precarias naves.
A partir de 1908 se inaugura el ferrocarril Bahía de Caráquez – Chone, obra soñada por Eloy Alfaro que debía llegar hasta Quito; pero si llegó a Chone. Entonces, la “Ruta del Cacao” fue Chone, Canuto, Calceta, Tosagua, Piní, Chávez, Larrea, Leonidas Plaza y Bahía, recorrido hermoso; las paralelas se extendían cruzando esteros en simétricos puentes; el pito del tren iluminaba rostros y arrancaba sonrisas. En la llegada al estuario se daban ya las transacciones que generaban ganancias, el cacao viajaba más seguro y el regreso era alegre, movía la economía.
El ferrocarril funcionó hasta los años 50, intereses mezquinos lo suprimieron; hoy sería un atractivo turístico invalorable. Por ello, en estos días, nuevos emprendedores jóvenes organizando a la sociedad civil se agrupan en el objetivo de que se abra y funcione nuevamente el antiguo trazo del ferrocarril: la Ruta del Cacao, con un novedoso sistema de movilización que tendrá impacto turístico relevante con utilización local, nacional y proyección internacional.