Actualizado hace: 935 días 14 horas
Isaac Avellán Cedeño
La restauración conservadora (I)

El discurso oficialista, repetido una y otra vez, advierte sobre el peligro de una “restauración conservadora” que conduciría al país a “volver al pasado”, terminar con “todo lo alcanzado”, por lo que es imprescindible defender la continuidad de la denominada “revolución ciudadana”.

Viernes 31 Octubre 2014 | 04:00

La alarma  tiene una cobertura regional, cuando el presidente Correa alertó sobre una conspiración internacional para imponer en América Latina la “restauración conservadora” y así “poner fin al ciclo de gobiernos progresistas”. Este proyecto dice Correa: “estaría cocinándose desde los intereses de los grandes monopolios y la derecha de la región, con la complicidad de la izquierda infantil, para manipular a la insatisfacción popular”.
Pero surgen varias preguntas: ¿Qué entendemos por restauración conservadora? ¿Está en marcha? ¿Quién la empuja y hacia dónde? Al respecto me permito hacer algunas reflexiones y apuntes.
En política, cuando hablamos de conservadurismo, nos referimos a las  posiciones que se oponen a los cambios radicales en los ámbitos de lo económico, político, social o cultural. En general, son conservadores quienes quieren mantener el estado de las cosas. Por otro lado, entendemos restauración como el restablecimiento de un régimen que ya existía y que había sido reemplazado por otro. Es entonces Rafael Correa quien inicia la restauración conservadora, desde su segundo mandato, al cambiar en los hechos la orientación de su gobierno, al abandonar el proyecto de transformación y entregarse a los intereses del capital internacional. Es aquí donde gira un proceso sostenido de las políticas económicas del régimen dirigidas a fortalecer el capitalismo.  La consigna del gobierno es cambiar todo para no cambiar nada. Cambian formas, procedimientos, modernizan la infraestructura, pero la esencia se conserva. En este período los grupos monopólicos, agroexportadores, banqueros, grandes comerciantes y empresarios, han duplicado sus ganancias, la concentración de la riqueza en pocas manos se ha profundizado. 
Mientras 6 de cada 10 ecuatorianos no tienen empleo estable, el salario básico cubre apenas la mitad de la canasta básica y la pobreza sólo disminuye en las estadísticas de la tecnocracia. Sostener la desigualdad social, dónde los ricos son más ricos y los pobres más pobres, es uno de los ideales conservadores. El proyecto de Correa necesita y se propone disciplinar a la sociedad, instaurar el orden para progresar. Por ello concentra todos los poderes, mete la mano en la justicia, aprueba, restringe la participación social, ataca a las organizaciones populares y sus dirigentes, criminaliza la protesta, controla la comunicación y la libertad de expresión, elimina la autonomía universitaria. El autoritarismo del régimen implica el retroceso de las libertades democráticas, implica regresar al pasado.
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