Hay que reconocer que el gobierno de la revolución ciudadana (GRC para los amantes de las siglas) está logrando poner al país patas para arriba, por la extensión y profundidad de los cambios en todos los órdenes de la vida cotidiana. Si usted saluda y aplaude todos esos cambios tirando el sombrero hacia lo alto, no cabe duda de que es un correísta y si los rechaza y critica sistemáticamente, pues usted, mi querido lector, es un anticorreísta. Así de simple. Pero lo que no se puede negar, so pena de graduarse de necio profesional, es que el país cambia…
Tomemos como ejemplo el tema de la sustitución del gas como combustible doméstico. Repito: usted puede estar a favor o en contra de la medida, pero es incuestionable que hay que tener ánimo, valor, imaginación y audacia para proponerle a cientos de miles de hogares ecuatorianos que tiren por la ventana sus cocinas de gas y las reemplacen por cocinas eléctricas de inducción, con todo el tremendo mambo que eso significa, y que apenas si estamos empezando a bailar.