Los temas que generan conflictos casi a diario son variados como diversa es su estructura. 

Las fuerzas sociales, con el Gobierno liderando el vértigo de las reformas, se estremecen y se sacuden al ser golpeados sus intereses por los giros de timón. 

En el fondo de los cambios de los últimos 7 años se despliega como una gran red que sostiene todo el proceso, el nuevo equilibrio en el ejercicio del poder que se ha ido tejiendo casi imperceptiblemente y con un silencio conceptual roto de cuando en vez por los truenos del adoctrinamiento ejercido con la fortaleza, persistencia y el compromiso casi religioso del primer mandatario. 

Rescatar al país de las manos negras de la derecha conservadora ha sido la consigna no declarada y para hoy develada como un paso necesario hacia la modernidad y el desarrollo.  

En la diversidad de la problemática social que nos ocupa y que genera conflictos, se puede percibir un factor común que descansa en la naturaleza de la abrumadora mayoría de aquellos: la educación. Entendida, al menos en parte, desde la óptica de la convivencia social, como la suma articulada y orgánica de conocimientos y destrezas sociales adquiridos que hacen del ciudadano un ser social que actúa siempre a favor del interés común, situando su desempeño ocupacional en el lado de las mayorías sin menoscabo de lo propio. 

Rechazando los extremos que amenazan y respetando la diversidad. Conociendo las estructuras que apuntalan y dan forma al Estado de Derecho para fortalecer los procesos que lo sostienen. 

En fin, eso deberían tratar de lograr con decisión y sin temor los pénsum de estudio de escuelas, colegios y universidades. 

Aprender sobre cómo declarar los impuestos reconociendo su importancia, aprender del funcionamiento y la articulación de los poderes del Estado. 

Aprender sobre los fundamentos económicos que rigen para la economía nacional. 

Aprender sobre cómo alimentarse de manera saludable y del impacto de la enfermedad en la economía de la nación. Aprender a conducir con responsabilidad, a respetar a los demás, a respetarse a sí mismos. 

Aprender a ser políticos socialmente responsables. 

En fin. La lista de necesidades por cubrir de una educación distinta, pragmática y comprometida con el cambio puede ser abrumadora, sin embargo, es necesario entender que en ella radica la solución de buena parte de los problemas que afronta el actual emprendimiento hacia el desarrollo.  

La educación debe responder a las necesidades de un país que empieza a cambiar a gran velocidad.