Solo nos queda por ahora, de no mediar acción alguna generada del amplio sector de ciudadanos de esta capital que mantienen la tesis de que Portoviejo debe defender su aeropuerto por múltiples razones, hasta por historia y jerarquía, esperar que el requerido financiamiento para tan costoso proyecto, dada su gran magnitud, sea justo, y oportuno, para no generar múltiples y justos reclamos ante el hecho de mantener inconclusas obras programadas en el sector, como es una práctica común en nuestro medio.

Por ahora todo apunta a justificar, a toda costa, cualquier supresión o traslado de entidad o grupo asentado de la capital manabita, con tal de la entrega del inmueble para proyectar obras requeridas en la ciudad.

Tan voraz apetito tendrá justificativos en la medida que se ejecuten obras y, sobre todo, se restaure el bosque protector que la ciudad mantuvo en antaño, reduciendo  la desforestación incontrolada, propender a restaurar y rehabilitar áreas forestales en forma sostenida para mitigar y mejorar el impacto ambiental que genera el crecimiento de esta urbe, y la presencia de la poza de oxidación que ha vuelto invivible el área circundante.

En esta línea de conducta, tenemos una amplia zona en el Puente Real, en el centro de la ciudad, cuya trifurcación involucra cinco calles importantes de la urbe: 18 de Octubre, Chile, Ricaurte, Olmedo y Morales que pueden converger en ese espacio; y generar un amplio desahogo al caótico transito de la ciudad, donde se pueden ejecutar obras previamente planificadas que transformaran por completo la circulación vehicular de Portoviejo.

Y más bien, siendo este escenario en pleno centro de la ciudad, de amplio e inmediato mejoramiento al caos que nos molesta a todos, sin mayores costos, porque en el área a ocupar, de lo que se ve, no existen edificaciones costosas mas allá de una vivienda frente al Centro Médico del IESS, vergonzosamente declarada Patrimonio de la Ciudad, en completo estado de destrucción que genera olores nauseabundos. Es que no se ha publicitado una ejecución de obras debidamente planificadas y de manera inmediata, como se espera de una administración de la ciudad, dinámica y efectiva.

Y donde no se afecta mayormente, intereses particulares, ni la dignidad de la ciudad capital.