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LA DIRIGENCIA
LA DIRIGENCIA
Por: Jorge Maldonado
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Miércoles 24 Septiembre 2014 | 04:00

En el pasado, cuando se pensaba en la vacancia de un puesto público o privado, de cualquier nivel, automáticamente aparecía toda una lista de aspirantes apropiados, debidamente capacitados, listos para iniciar su trabajo; ahora, cuando recuerdo el coro que pedía la reelección presidencial, pienso que no fue fácil localizar personas que seriamente puedan llegar a ese nivel. Y eso ocurre con todas funciones dirigenciales; se vuelven difíciles de localizar reemplazos para sus titulares, porque no solamente necesitan la capacitación general para el nivel de la posición a reemplazar, sino un pedazo difícil de esa capacitación y que corresponde a las especificidades relacionadas con su particular desempeño.

Dentro de una acción absolutamente honesta y correcta, lo primero que realiza un funcionario al acceder a una posición importante en cualquier colectivo, es ubicarse en situación de ser reemplazado e impedir que esa acción cree un bache que haga brincar la estructura de su organización; la forma de lograrlo es identificando a la persona que podría reemplazarlo  con éxito, aunque luego tenga que esforzarse por conseguir esa capacitación específica que tanto cuesta lograr. Se reducen las dificultades porque el titular puede capacitar a quien lo sucedería en la función, cuando las cosas ocurren a tiempo.   Pero algo ocurre en la sociedad misma, porque cada vez son menos los candidatos a ser capacitados, cada vez menos gente aspira a ese nivel de capacitación; en definitiva, algo pasa con la dirigencia que cada vez se muestra más pobre de individuos dispuestos a luchar por las primeras posiciones.
Es cierto que esas posiciones demandan el mayor esfuerzo permanente, pero vale la pena dedicarse a ellas porque es una forma de plasmar en realidad las aspiraciones, los sueños, las ilusiones de más de una persona. Acceder a la dirigencia hace posible la acción directa por el cumplimiento de los planes y propósitos del grupo dirigente. Llegar a influenciar en los planes dirigentes, a incorporar temas y cambiarlos con sus objetivos, desde el mundo llano es prácticamente imposible, porque esos temas y objetivos tienen una razón de ser y quien la defiende.
En las últimas líneas se encuentra la justificación para intentar siempre acceder a la dirigencia, para procurar ser parte de quienes conducen los proyectos y planes, elaboran programas y despliegan la actividad de planificación que implica la proyección de esas ideas en los programas que conforman cada proyecto. Todos deberíamos mantener nuestra aspiración a ser dirigentes de nuestros proyectos y conformar los grupos de colaboradores directos que harán posible el éxito final.
Ahora bien, la permanencia en la dirigencia de un proyecto no impide ser parte de quienes apoyan otro u otros; es más, deberíamos hacerlo sistemáticamente y en forma permanente porque con ello aseguramos la existencia de los proyectos que aseguren la continuidad del trabajo del sector en que nos desenvolvemos.
Mientras existan proyectos y mantengamos nuestra participación en ellos, estará asegurada la actividad que proponemos y tendremos espacio para aplicar nuestras experiencias y medir los resultados que obtengamos.
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