No cometeré el execrable hecho de negar la existencia de documentos por los que Pedro de Alvarado informa al Gobierno de Panamá y después a los reyes de España de su arribo a las costas manabitas, documentos en los que incluso manifiesta haber fundado una ciudad, supuestamente Charapotó, pero estos fueron documentos que pretendieron justificar su presencia, y por ende su dominio por acción de conquista, en un territorio que ya había sido ocupado por otras fuerzas conquistadoras y que se encontraban en plenas acciones militares hacia las zonas andinas, quiteñas y peruanas, en este caso las de Francisco Pizarro.
Pedro de Alvarado no fundó ciudad alguna, no distrajo soldados en estas faenas a pesar de la fuerza militar con la que contaba. Es inútil considerar que Pedro de Alvarado haya fundado un pueblo donde dejó cenizas y desolación, más si hubiere estado en la caleta construida por Pizarro, en 1531, y que en 1535 sería Villa Nueva de Puerto Viejo, caleta que no llegaba ni siquiera a caserío, donde solo pernoctaría pero no fundaría pueblos, no tuvo tiempo ni estuvo en sus planes, porque la fundación de un pueblo no solo consistía en guardar o poner gente en un territorio para que lo habiten sino tener gente que logre presencia, autoridad y mando sobre la población y la riqueza existente o que se genere en ella.