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Jaime Ugalde Moreira
El espejo de Chone (1)

Inicio estas líneas escribiendo en primera persona. Soy un orgulloso exalumno del Instituto Pedagógico Eugenio Espejo, de Chone. En sus aulas me gradué como profesor y me enseñaron a reflexionar y cuestionar.

Jueves 18 Septiembre 2014 | 04:00

 

Soy un agradecido de Chone (la tierra de mi madre); de mis compañeros, maestros e institución. Gran parte de lo que soy como persona se lo debo a ellos. 
Por eso pido a las autoridades de educación que difundan con detalles lo que se proyecta hacer en las instituciones emblemáticas de Manabí; entre ellas el instituto de Chone.
Lo hago porque a los exalumnos se nos comunicó que este sábado tendremos la oportunidad de visitar la institución, para, entre otras cosas, tomarnos fotos por última vez, con el predio tal y como lo conocemos. La razón: “los edificios van a ser demolidos” para levantar en el lugar las modernas y bien equipadas instalaciones de la nueva Unidad Educativa Mayor, que funcionará en lo que hasta ahora fue el Instituto Eugenio Espejo.
Ante eso, no puedo guardar silencio. 
Tampoco deberían hacerlo los asambleístas, el alcalde de Chone, sus concejales, el pueblo en general. 
En mi opinión, el que las instituciones y sus líderes callaran por el cierre de un centro de estudios en nivel superior ya es una deuda sus nuevas generaciones.
No informarse adecuadamente sobre el nuevo proyecto, podría generar algo igual. 
Si bien el Eugenio Espejo no empieza y no termina con sus edificios, ellos guardan mucho valor e historia. 
Una demolición se justificaría si las estructuras fueran un peligro, lo que de ser el caso, debe demostrarse. De lo contrario, lo lógico sería una restauración, como en el Colegio Portoviejo (aunque claro, el plantel de la capital es más antiguo).  Una reconstrucción con el respaldo arquitectónico, que, respetando su esencia, incorpore las exigencias técnicas y pedagógicas que demanda la modernidad.  Así se hace en cualquier país que respeta sus raíces. Construir un mejor futuro no es destruir el pasado. Tampoco derrumbar lo que sirve para edificar algo “lindo”, que pudiese no tener identidad, y, peor, si fuese con el mismo diseño que se implanta en todos lados. Más si hay tantas necesidades y el dinero, nuestro recurso, no sobra. 
No es temor a la muerte del Eugenio Espejo. Este plantel es inmortal. Lo digo sin duda. 
Tampoco es miedo a la modernidad o deseo de oponerse a una inversión que supera los 5,3 millones de dólares. Por el contrario, eso lo solicito y respaldo.  
Sí es un pedido respetuoso, sin adjetivos, de difusión de información y debate.
La historia y el valor del Eugenio Espejo lo justifican.
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