Actualizado hace: 929 días 22 horas 38 minutos
Jorge Maldonado F.
¿Qué se debe decir?

C uando aparece en cualquier conversación el nombre del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) está asegurada la controversia, porque las opiniones se encuentran divididas entre los que nos mantenemos cercanos a la Institución por dependencia o cualquier otra razón, y quienes sólo miran desde fuera el trabajo del IESS.

Miércoles 17 Septiembre 2014 | 04:00

Yo creo que lo justo sería no formar la opinión hasta contar con conocimiento por alguna forma de acercamiento, que es cuando se conoce realmente no solamente a su personal, sino la estructura misma de la Institución y su filosofía.
No tengo ninguna duda de que alrededor de 350.000 pensionistas se sienten bien servidos, con sus pensiones pagadas con anticipación y sus cuentas disponibles permanentemente en el portal de Internet. Y al hablar de 350.000 pensionistas estamos citando a más de un millón y medio de ecuatorianos que pueden juzgar al IESS con juicio equilibrado, porque ya disfrutan de su pensión, reciben asistencia en su salud, tienen financiadas las exequias de su pariente fallecido, etc.
Y se percibe inconformidad interna y externa; la primera, de los propios pensionistas que se sienten insuficientemente atendidos en sus necesidades financieras a cambio de toda una vida de aportaciones mensuales para buscar tranquilidad al final de ella. La segunda, de quienes miran lo que parecería injusto trato a quienes han dado vida a la Institución.
Pero, en los dos casos hay injusticia. Internamente, la mayor parte de los pensionistas han recibido considerables incrementos en sus pensiones, la mayor parte de los centros asistenciales han sido enriquecidos con más médicos, más instrumental, más personal auxiliar, más espacio, etc. Y externamente hay más bien poco cuidado al observar lo que sólo se mira superficialmente.
Por eso debe ser bien recibido todo fortalecimiento del Seguro Social, inclusive de su banco, institución nueva que tiene que cumplir la función financiera con los afiliados, en medio del riesgo de convertirse en fuente financiera del gobierno, como fue en el pasado, con una historia de incumplimientos y de acumulación de saldos que no acabó nunca.
El IESS se convierte en un símbolo de seguridad, pues quienes se encuentran activos, tienen que su nombre la esperanza de cobertura para cuando llegue la inactividad, mientras tienen también de manera permanente atendida su salud, lo que no es significativo cuando se trata de enfermedades simples y de fácil tratamiento; el IESS adquiere realmente su dimensión, cuando se aplican procedimientos quirúrgicos, por ejemplo, fuera del país y con todos los gastos pagados, inclusive para los acompañantes del paciente. Cuando surge una crítica, bien haríamos en recordar algún caso que en que la asistencia del Seguro Social le permitió a una familia contar con su casa propia, pagar una cirugía cara y especializada, pagar una larga permanencia en un hospital del extranjero, etc. lo que para los afiliados pobres no sería posible sin la ayuda del IESS.
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