El niño de dos años y diez meses de edad desapareció el pasado sábado 6 de septiembre del barrio Lirio de los Valles, ubicado en el Plan de Vivienda Municipal.

En el sector, considerado como uno de los más pobres de la ciudad y donde viven al menos 20 mil personas, la desaparición de Josué revive un amargo capítulo vivido por cuatro familias hace casi siete años. 

Édison Moreira lo recuerda con claridad. Pues su vida cambió desde ese momento. “Dos hombres vestidos de mujer se estaban llevando a mi hijo, yo me di cuenta y lo recuperé en la parada de buses”, recuerda. 

Los vecinos del sector siguieron a los sujetos disfrazados cuando escapaban, pero la persecución terminó en el cementerio del Plan de Vivienda. “Esos delincuentes se hicieron humo”, rememora Édison. 

Se puede decir que su historia tuvo un final feliz. 

Poco antes de que el menor fuera rescatado, tres niños más habían desaparecido sin dejar pistas. “Era como una fiebre”, dice Édison. 

Lo que pasó con los tres pequeños del Plan de Vivienda es un misterio.

La Policía desplegó una búsqueda sin obtener resultados y, según Édison, “hasta el día de hoy se sabe algo de ellos”. 

Cuando los niños desaparecieron la vida del único parque del sector se extinguió. “La gente tenía miedo, no dejaba salir a los niños”, recuerda Eva Chica, moradora.

Hoy el parque, también luce solitario. Después de que Josué Zhañay desapareció la vida de sus familiares y vecinos no es la misma.

Sus padres han emprendido una incansable búsqueda para dar con su paradero. La impotencia y la desesperación son una constante en la humilde casa de los Zhañay Romero.

Alison, la hermana de Josué, no ha ido a la escuela estos días. Su madre, Lester, no quiere que lo haga. Tiene miedo de que también desaparezca. 

Andrea, la hermana mayor, dice que tiene pesadillas y que desde que su hermano desapareció todo es un infierno. 

Ese día Josué vestía una camiseta amarilla de la Selección y una pantaloneta con rayas plomas y negras. Andrea cree que el niño la siguió hasta la tienda, pero luego desapareció.

Los padres del pequeño aseguran que llamaron a la Policía del sector y también al 911. Los miembros de la Unidad de Policía Comunitaria llegaron después de al menos una hora, asegura Andrea. “Nos hicieron subir al patrullero, nos dieron dos vueltas y nos dijeron que teníamos que esperar 48 horas para poner una denuncia y para que ellos empiecen a buscarlo”, afirmó.

La Policía afirma que la investigación inició en el momento que supieron del caso.  

Los padres de Josué no se han cansado de buscar. Y los vecinos tampoco. El rastreo se ha extendido por sus propios medios hasta cooperativas cercanas como la Rosita de Sarón y Carlos Ruiz Burneo. Incluso han viajado hasta El Carmen con la esperanza de encontrarlo.

“Los policías nos han ayudado, pero sólo un poco. Buscan unas dos horas y nos dicen que tienen que hacer otras cosas”, indica Andrea tratando de contener las lágrimas mientras abraza a Alison.

Dentro de esa ayuda la familia destaca que pudieron acceder a las grabaciones de una de las cámaras del sistema “Ojos de águila” desde las 18h00 hasta las 19h00 del día de la desaparición.

“Se veía a un señor en una moto con una mochila oscura en la espalda tratando de recoger algo de color amarillo en el parque”, añade Andrea. 

La familia piensa que ese era Josué resistiéndose a subirse al vehículo. La Policía cree que era otra mochila.

Los Zhañay Romero han recibido una sola llamada donde le han dicho que han visto a Josué en el sector Virgen del Cisne, pero todo ha sido falsa alarma. 

Los familiares de los tres niños cuyo rastro se perdió hace siete años se han ido del Plan de Vivienda. Según Édison Moreira, luego de las desapariciones muchas de las casas del sector estaban abandonadas. Él teme que la historia se repita. 

Mientras tanto, en la vivienda de los Zhanay Romero han pasado cinco días desde que el caballito de palo de Josué no tiene con quién jugar.