¿Por qué no? Perseguimos una buena causa. Y nos descargamos mutuamente de las perfidias, no femeninas, sino del vivir. Ud. llora con sabor a río perdido y yo requebrando por un aeropuerto, perdido en lontananza para jamás (por lo menos hasta que el socialismo del siglo XXI deje el poder) regresar. En su artículo El río Portoviejo Llora, Solón Pinoargote Sánchez expresa “Es una pena, transitar por el cauce del río Portoviejo. . .” En él, muestra su desesperación de ver el lecho de un río que durante los años 50 fue un caudal constante. Que en los inviernos desbordábase inclemente. Llegaba a las pistas del venerable Recreo como “daña baile” de aquellos que como yo y miles de portovejenses movían el esqueleto a los sones de Blacio Jr, de la San Luis Blue de Manta. Y de los Jokers. De ese río que traía balsas con productos agrícolas y a las riberas del San José eran ofrecidas al paisano que llegaba a comprarlos. Ah, días aquellos cuando sus aguas recibían el beso casto de los sauces llorones.