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¿Qué pasa…?
¿Qué pasa…?
Por: Jorge Maldonado
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Miércoles 27 Agosto 2014 | 04:00

Así como los niños preguntan qué es, para qué, cómo y por qué, los adultos de la época actual nos peguntamos “qué pasa…” Y mientras más investigamos y más respuestas surgen, tenemos nuevos qué pasa, porque seguimos sin entender las variables donde sólo había constantes, y con cada vez mayores variaciones.

 

Qué pasa con el clima que se vuelve más hostil cada vez para la vida humana; con el agua cada vez más contaminada; con el suelo casi agostado por la sobreexplotación a la que le sometemos. Qué pasa con nosotros: la especie inteligente, aún incapaz de descubrir qué pasa.
Qué pasa para que una familia construya su casa en un sitio que sabe inseguro y que despertará cualquier noche como refugiado en su propio mundo. Algo debe pasar para que una pareja que se sabe desprovista de lo indispensable para sostener la vida, dé origen a numerosos descendientes que son sometidos a una vida de miseria, con carencias que no serían tales sin la presión de la necesidad.
Y va surgiendo la respuesta. En la formación de los hijos que se da durante la tertulia familiar, ya no se incluyen los sesudos consejos respecto a la influencia que en la vida colectiva tiene la conducta individual, porque no hay tertulia, porque los jóvenes evaden la reunión familiar y viven de prisa; ese comportamiento los impermeabiliza al consejo diario, a la recomendación oportuna y, casi siempre, se impone la necesidad urgente, el placer inmediato, el goce excesivo. La gente que se encuentra en formación, se convence de que es suficiente con lo que sabe y sobre esa base toma decisiones equivocadas cuyas consecuencias avergüenzan al joven que, sin embargo, en el afán de justificarse, mantendrá su conducta y seguirá negándose a valorar el consejo.
En ese punto seguramente fallamos los adultos, porque no disputamos el sitio que nos corresponde y permitimos que se nos aparte en el momento de la decisión. Creo que esa forma de proceder nos ha dejado sin la escuela que era la tertulia y las consecuencias son perjudiciales para todos. El reblandecimiento de las sanciones frente a las equivocaciones es otra causa para las fallas individuales. 
Creo que, como en otros campos del comportamiento humano,, los jóvenes seguirán dando lecciones a los adultos, mostrándose cada vez más abiertos a sostener cara al viento, sus razones para el comportamiento que les caracteriza.
A los adultos nos falta ser ejemplares, vivir la realidad y permitir que se muestre la imagen pulida por los años y las experiencias que servirán a los jóvenes para evitar la caída en el mismo hueco.De cualquier manera, sería útil que las acciones destacadas de cada individuo y cada colectivo, pudieran analizarse para encontrar sus razones, proyectarlas y obtener conclusiones de su generalización.
Adultos y jóvenes deberíamos compartir el ambiente que nos tocó vivir , pero en forma razonable, con análisis y evaluaciones que nos lleven a vivir mejor con los recursos que la naturaleza pone a nuestra disposición.
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