El propósito mayúsculo es la conducción del pensamiento humano, en cuya dimensión superior opera el espíritu de la juventud, de sus maestros y de todos quienes la conforman, a través del conocimiento, de la técnica, de la humanización; esto es, la búsqueda de lo superior, de ese mundo espiritual que se convierte en medio para desarrollar las potencialidades del ser humano en la persecución de la perfección.
Por ello es “alma máter”, apelativo que prescribe y consiente el rol superior que afirma el presente, construye el futuro en una sociedad concreta y allí su proyección histórica.
De entender la misión trascendente de la universidad podemos establecer el compromiso por su afirmación, que es defenderla con acciones superiores en el trabajo académico, en el desarrollo de la ciencia y tecnología, en la investigación, en la profundización real de sus vínculos con la comunidad.
Cada uno de éstos elementos implican una acción múltiple y notable, sostenidas en planes, programas, operaciones y acciones que rebasen lo formalista; rutinario, accesorio, epidérmico y simplista, que asuma responsablemente y conciba los nuevos roles y retos que tiene la institución para su inserción en la categoría de universidad moderna.
Es el ahora, no para sacar lustre personal, afirmar vanidades o protagonismos fuera de hora; es más bien el definir acciones estratégicas que se correspondan con el solventar el presente, visto desde el ángulo de realidad y la necesidad, sin la victimización y con toda la acción lógica positiva y propositiva, que traducida en verdadera gestión conduzca a una salida de compromiso con el futuro.