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Trabajo
Buscan dinero entre escombros

“Lo que para muchos son escombros para mi es oro”. La frase de Carlos Pilligua resume el trabajo diario de los recicladores de hierro.

Jueves 21 Agosto 2014 | 04:00

Él se dedica día a día a eso: buscar restos de hierro entre escobros y desechos de construcciones.
Se levanta a las 06h00 y va en su triciclo a buscar en la basura lo que pueda generarle dinero. 
Generalmente prefiere los escombros de las construcciones en donde puede sacar hierro que luego lo vende a nueve dólares el quintal.
Al día, si encuentra suficiente “oro”, logra obtener 20 dólares. 
El precio del quintal en las recicladoras, lo compran a nueve dólares, aunque todo depende de la temporada, señaló.
Él desde los diez años inició en este trabajo. Cada día acompañaba a su padre al vertedero municipal a buscar objetos que puedan ser vendidos.
“Una vez tuve que ir solo. Me fui en mi burro y cuando estaba allá me regalaron dos perritos. De regreso ya con los hierros, como estaba muy pesado, tuve que dejar botado uno de los perros, pues preferí llevar el material que al animal. Lloré mucho”, cuenta.
Como Carlos, cerca de 30 personas buscan lugares como los terrenos de Las Vegas para encontrar hierro.
La llegada de la volqueta es “la gloria”, pues todos corren hasta el lugar para pelearse, como niños en una piñata, por los escombros.
José Mendoza es otro de ellos. A sus 65 años, sigue siendo ágil, pues debe agacharse, cortar y martillar el concreto para poder sacar el hierro.
Él dice que ahora tiene que hacer lo que sea por conseguir dinero, pues ha sido toda su vida vendedor de legumbres, pero por el ordenamiento que se hace en la ciudad le han querido retener su triciclo y ha optado por ponerse a reciclar hierro.
Al día llega a recoger hasta siete quintales.
Sin embargo, hay algunos que dicen que este trabajo es peligroso y mal remunerado. 
José Saltos menciona que para ganarse unos pocos centavos debe arriesgar su vida, pues, cada que llega una volqueta con los desechos de construcción todos se pelean. “Mire como estoy raspado por las piedras. Corro el riesgo de que una me caiga encima. Todo lo hago por el bien de mi familia”, dice Saltos.
Al día llega a hacer, a veces, diez dólares.
Este trabajo no es sólo para el género masculino.
Ana Macías hace lo mismo que sus compañeros. 
Utiliza el pico y el martillo, incluso, mejor que los hombres, resaltan sus compaerños. 
Se coloca un pañuelo en la cabeza para no ensuciarse el cabello y se dedica a trabajar.
Ella cuenta que con el dinero que vende el hierro puede hacer que sus hijos estudien y coman a diario.
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