Si seguimos los estudios de Forgione en Italia (2009) podemos decir que estos dineros, entre el 40% y el 50%, sirven para reproducir el ilícito y dinamizar este segmento del mercado (corrupción, tecnología, armas, sueldos, y sicariato).

Y entre el 60% y el 50% para ser blanqueado en el sector legal.                                                                 De hecho, la economía se dinamiza, y los sectores donde tienden a ubicarse estos capitales son muy variados.

Así tenemos como por ejemplo el sector inmobiliario, que es una actividad económica donde tiene mucha incidencia. 

En la actualidad, en las ciudades grandes de Ecuador y sus países vecinos hay un crecimiento del sector que tiende a ser explicado como si existiera una burbuja:

Una sobre oferta o un boom inmobiliario. 

El sector comercial, automotor y de turismo son otros sectores atractivos para el lavado de activos provenientes de las riquezas ilegales. 

Sin embargo, sorprende la  poca importancia que se le ha dado a los mercados ilegales dentro de la economía, quizás debido a la invisibilidad que producen sus procesos, indicadores y orígenes.

Pero también a los alcances morales, legales, políticos y culturales nacidos en el marco de la estrategia de la “ofensiva a las drogas”.                                                Los enlaces con las áreas formales de la economía son evidentes, tanto que los límites actuales entre los mercados legales y los ilegales son un hilo muy fino.

Son casi imperceptibles.                                                                                                 

En este contexto, en la sociedad actual se desarrollan nuevas culturas vinculadas a la ganancia rápida y fácil, a las nuevas formas de consumo, a los contenidos de las narco novelas y la música.

Y  también a la nueva capacidad de generación de empleo y de entrega de beneficios –que son sensibles elásticos sociales–.

Esto para contar con grupos de apoyo para sus faenas ilegítimas. 

Adicionalmente, lo ilícito necesita enquistarse en las estructuras estatales para de esta manera hacerlas permisivas a la infracción mediante las modalidades de corrupción, intimidación y “democracia”.

Esto con un manejo fraudulento de elecciones, con lo cual lo político pierde eficacia y las instituciones se deslegitiman. 

Lo cierto es que el narcotráfico, con el consecuente lavado de dólares en las economías formales de nuestros países, es un secreto a voces que evidencia una significativa e imparable tendencia alcista. 

Si este ritmo de crecimiento se mantiene hasta ahora ¿cuál sería en un futuro próximo el aporte de los mercados ilegales a la economía latinoamericana y mundial?