Se tiene la experiencia de lo sucedido entonces con las inundaciones, los deslaves en las áreas urbanas y rurales, las interrupciones de las carreteras y de los servicios vitales como agua potable y electrificación, los aislamientos que generaban falta de alimentos, gas de uso doméstico y combustible para los vehículos y lo peor aún, la falta de alojamiento y la muerte violenta de seres humanos y animales. Todo esto y mucho más lo que trajo como consecuencia la acción descontrolada de esos dos fenómenos anteriores, lo que debió haber animado a las autoridades locales, regionales y nacionales a tomar las medidas preventivas a  fin de evitar las futuras lamentaciones, a sabiendas que es más conveniente prevenir que lamentar. Es más conveniente estar preparados sin necesidad de los tales estados de emergencia.

Y entre otras cosas, esa prevención recomienda la limpieza y dragado de ríos, el aseguramiento de los taludes en los cerros para evitar los deslaves con los taponamientos de las carreteras y  los consabidos aislamientos, como sucedió con Manabí y en particular con Bahía de Caráquez y San Vicente, ciudades a las que solo se podía llegar por mar y en avioneta o helicóptero, ya que el aeropuerto “Los Perales” se dañó parcialmente y es entonces, que en 1998 las gabarras municipales prestaron un eficiente y oportuno servicio, siendo utilizadas para viajar a Manta y traer de allá lo que acá no había  por el aislamiento. Pero, ahora no se cuenta con ninguna de esas dos gabarras, en razón a que la Marina se apropió indebidamente de esas dos naves dadas a Bahía de Caráquez por los Presidentes Febres Cordero y Durán Ballén, las mismas que están destruyéndose en otras localidades. 

Todavía hay tiempo de enmendar el atropello contra Bahía de Caráquez, por lo que la municipalidad debe actuar pronto con energía y traerse a esta ciudad una de las dos gabarras, previamente reparada y en óptimas condiciones. Completemos así el estado de prevención.