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Crimen de lesa cultura
Crimen de lesa cultura
Por: Vicente Mendoza Pavón

Martes 22 Julio 2014 | 04:00

Las sociedades tienen pleno derecho a preservar y fortalecer sus fuentes de cultura; aniquilar o desmantelar aquellas fuentes es condenar a las sociedades al oscurantismo, al atraso y la barbarie. Atentar contra la cultura es ignorar los conocimientos que el hombre ha venido adquiriendo y recopilando a través de todos los estadios históricos por los que ha atravesado; es despreciar la sabiduría, aborrecer la inteligencia y arremeter con animalesca brutalidad contra todas las excelsas manifestaciones del espíritu.

¿Qué es un libro? ¡El mejor antídoto contra la ignorancia! ¿qué es la lectura?:  ¡Magia y realidad!; impulso vital que nos conduce al reino de la sabiduría; es ancho ventanal que nos permite ver con amplitud el mundo, reemplazando a la mezquina rendija de la desinformación. La pasión por la lectura deviene del incesante deseo de conocer la verdad, al mismo tiempo que abrillanta el alma. Libro y lectura constituyen las grandes alas que elevan al hombre a mundos insospechados. Destruir estas alas es condenar al hombre simplemente a existir sujeto a la tierra… impidiéndolo volar y vivir!
Qué peligroso que es poner la cultura en manos de sus enemigos. Disponer el cierre de una biblioteca no es un disparate sino una estupidez. ¿Es que temen que las ideas y pensamientos sabios que han sido trasplantados a los libros germinen y se desarrollen en nuestras mentalidades? ¿O es que pretenden colocarnos el mismo ropaje mental con que la mediocracia los uniformó?
A inicios de la década del sesenta, los militares, acatando las órdenes del Pentágono, asaltaron el poder de la República; y entre las acciones que mi memoria recuerda está la ruptura de las puertas del estudio jurídico del Dr. Aquiles Valencia Aguirre, ubicado en la calle Sucre, entre Morales y Rocafuerte, y del cual la soldadesca ignara arremetió contra su biblioteca y sacó todos los libros a media calle, donde fueron incinerados. ¿De qué eran culpables los libros?; ¿el fuego podía acabar con las ideas libertarias? ¿Acaso con acción tan torpe se exterminaba los postulados políticos de Montesquieu, contenidos en su obra magistral “El Espíritu de las Leyes”? ¿o se acababa para siempre con “Metamorfosis”, escrita por el poeta Pablo Ovidio Nasón y que ha sido considerada por la crítica universal como la biblia de la mitología? 
Los tontos desconocen el valor de los libros y por eso clausuran ese crisol del espíritu: la biblioteca. San Agustín decía: “Cuando oramos, hablamos con Dios; más cuando leemos, es Dios quien habla con nosotros”, y Jacinto Benavente, el dramaturgo español autor de la famosa obra Comedia a la Italiana, sentenció: “No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano”
La decisión adoptada por el prefecto y los consejero me recuerda al pensamiento de G. Eliot: “Quien nunca tuvo una almohada no la echa de menos”.
 
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