Aparte de las guerras fratricidas –si es que consideramos a nuestros congéneres como hermanos-, cuyas conflagraciones han dejado –y dejan- una estela de destrucción, horror y muerte, el atentar contra la Naturaleza, a través de la agresión del medio circundante en distintas formas y el desconocimiento de la prevención ante los innegables riesgos, son los factores desencadenantes de desastres que afectan a los seres humanos que viven en las ciudades y zonas rurales.

Los eventos naturales –conocidos como fenómenos- son inevitables, pero si se pueden evitar o disminuir su impacto por medio de la educación y obviamente la prevención, y esta palabra para aludir a la preparación ante los eventos naturales ya suena en el medio y esa responsabilidad legal, formal y teórico-práctica está bajo la responsabilidad de la Secretaria de Prevención de Riesgos cuya finalidad, en cumplimiento con lo establecido en la Constitución, es de articular con los gobiernos locales y provinciales y por ende con la ciudadanía para el antes, en y el después de esos eventos.

En el caso puntual de Portoviejo un amplio sector de ciudadanos, incluyendo al autor de este comentario, vio con beneplácito la designación del ingeniero Edgar Roque Mendoza López por parte del Alcalde entrante para que dirija el departamento de prevención de riesgos del Cabildo; su “debut” fue tan rápido como su salida y las razones para privar a la urbe de tan idóneo profesional en ese campo sólo el burgomaestre y el técnico aludido la conocen y hay que respetarlas. No obstante, el COE municipal debe tener la prioridad pertinente, personal calificado –no burócratas- y la logística requerida para que coordine con los departamentos del Concejo, con las demás instituciones del cantón y la comunidad toda.

El ordenamiento de la urbe y la prevención ante eventos naturales y antrópicos deben ir de la mano en una Corporación que quiere inaugurar un nuevo estilo político de administración.