Llevaban una vida completamente sedentaria y se alimentaban con comida chatarra.
Robert, que tiene cuatro hijos, asegura que no podía cargar con ninguno de ellos, según ha comentado en la CNN. Su peso rondaba los 150 kilos. Jessica comenzó a acomplejarse cuando alcanzó los 130 kilos, pero nunca había hecho nada por cambiar su situación. Sin embargo, en el año 2011 un familiar dijo que ya casi ni se la “podía mirar”, y fue ese comentario el que le hizo cambiar de opinión.
A principios de 2012, cuando ambos estaban a punto de llegar a la treintena, decidieron cambiar su estilo de vida. Durante ese año ambos se apuntaron a más actividades físicas y él terminó haciéndose adicto a correr y ella adicta a las bailoterapias. Ahora ambos han bajado 100 kilos cada uno.