Esto ocurre en una vivienda en la parroquia Ayacucho, del cantón Santa Ana, y tiene preocupados a los habitantes del sector, según manifestaron a un equipo de cobertura de El Diario.

Los familiares dijeron que el afectado es un adolescente de 17 años. También afirmaron que una hermana suya, de 29 años, quien vive en Manta, tiene reacciones parecidas.

Las identidades se omiten por petición de las fuentes y porque uno de los involucrados es menor de edad.

Un allegado del joven manifestó que éste también vive en Manta, pero desde hace cerca de 10 días llegó a la casa de unos familiares, en Ayacucho.

“Al parecer él jugó la ouija y se le metió un espíritu malo”, expresó el pariente.

Temor. La vida normal que llevaba esta familia se ha convertido en una pesadilla, ya que desde hace 10 días no pueden estar tranquilos, señalaron.

Agregaron que la preocupación se ha extendido a la comunidad, sobre todo a los vecinos.

El familiar indicó que el adolescente muestra síntomas como agresividad, habla de cosas diabólicas, no duerme, come poco y escupe saliva blanca y espesa.

Además, dijeron, la semana anterior amenazó con matar a una de sus hermanas.

A la vivienda acudió en días pasado un sacerdote, quien les dijo a los familiares que tenían que orar por el joven, señaló.

“Para mañana (hoy), va a venir un pastor desde Guayaquil, quien dice que le va a realizar un exorcismo”, indicó el familiar.

Otro caso. La hermana del adolescente tiene 29 años de edad y el pasado lunes viajó desde Ayacucho a Manta, donde ella vive, pero en el bus en el que se movilizaba comenzó a gritar desesperadamente que en el vehículo iba el diablo, contó, también, un miembro de la familia afectada.

Habitantes de la parroquia Ayacucho manifestaron a reporteros de El Diario encontrarse preocupados por lo que está sucediendo, además piden a alguna autoridad que ayude a esta familia a solucionar este problema.

El familiar del adolescente aseguró que éste tenía problemas de alcoholismo y drogadicción. Pide a las personas de su parroquia que no pierdan la fe y oren por lo que está sucediendo en su familia.

En el domicilio donde presuntamente ocurren estos hechos habitan siete personas. 

Los familiares también temen que otros ocupantes de la vivienda comiencen a presentar síntomas similares.