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Los valores instrumentos de la política
Los valores instrumentos de la política
Por: Libertad Regalado
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Jueves 03 Julio 2014 | 16:14

“ Los valores y sus desafíos actuales”, libro de José Fabelo Corzo, filósofo cubano, abre una puerta amplia a la crítica y reflexión de este mundo de la axiología. ¿Qué es lo bueno, lo justo, lo bello, lo útil y qué es lo malo, lo injusto, lo feo, lo inútil?

Han sido analizados a lo largo de la historia de la humanidad.
Desde los naturalistas que señalan los valores como resultado de las leyes naturales; los objetivistas que ubican a los valores en el mundo del deber “de lo que debe ser”, donde impera la libertad y no la necesidad natural; los subjetivistas que los ubican dentro del sujeto, en sus sentimientos, gustos, aspiraciones, deseos o intereses; el sociologismo axiológico que afirma que los valores son el resultado de ciertas convenciones sociales que se promueven y reproducen a través de la cultura y de las tradiciones; hasta los que unen lo objetivo y subjetivo del ser humano y los que analizan los valores desde las distintas disciplinas.
Múltiples miradas para entender el origen de uno de los aspectos más vitales en la vida de los pueblos, sin los cuales imperaría la anarquía, el desorden, las iniquidades. 
Ahora veamos el uso que se dan a los valores en el campo de la política, en el cual “lo que se asume como valor puede no ser lo ético”. 
Fabelo analiza esta dicotomía entre lo político y lo moral que fue planteada por Maquiavelo en el Príncipe, cito el texto “Un príncipe para mantener el Estado, a menudo está en la precisión de obrar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión. Pero es menester que su ánimo esté dispuesto (…) a no apartarse del bien mientras lo pueda, pero a saber entrar en el mal cuando le sea necesario”.
Pareciera que este consejo de Maquiavelo es la letra que mueve a casi todos los gobernantes, ya que en la política entra en juego lo que el grupo de poder, el sujeto que los representa, consideran como valores a practicar en el ejercicio de su mandato. 
Opina Fabelo, que “ningún gobernante, ningún político, ninguna élite de poder está en disposición de reconocer los posibles males sociales que sus propósitos políticos entrañan, a no ser como males necesarios y siempre inferiores en jerarquía al bien supremo representado por el poder mismo”. 
Ahora podemos entender por qué los discursos siempre están “adornados de positivos y grandiosos juicios de valor sobre sus propósitos políticos”. 
“De hecho solo así pueden legitimar, ante los demás sus proyectos” y para lograrlo la Constitución primero, con las enmiendas que sean necesarias, el uso de los medios de información y la propaganda política que servirá para dejar la impronta de “bueno y necesario” en la conciencia del pueblo tradicional.
 
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