A rey muerto, rey puesto. Y el moribundo monarca del fútbol mundial está a punto de sufrir una dolorosa estocada final, para seguir ocupando su acostumbrado lugar lejos de la gloria futbolística y dar paso a un flamante campeón.
Campeón cualquiera, menos España, por favor.
Preferiblemente que la final sea verde amarela y albiceleste. Que la copa se quede en Sudamérica.
Y es que las irritantes ínfulas de furia escarlata debieron un generoso baño de cruda verdad para satisfacción de quienes sentimos a España como la selección menos carismática de este mundial, por decir lo menos.
Si el mundial se ganara por el blabla marketero o el ciego y obtuso orgullo, España sería campeón vitalicio de la FIFA World Cup. Pero el fútbol es un hermoso juego. Y el juego es jugando, no hablando.
Se habló que España tiene la mejor defensa.
Que el tiki-taka. Que la mejor liga. Que la escuadra más cara. Que es bi-campeón de Europa.
Que es el campeón mundial, la mismísima mamá de Tarzán con prueba de ADN en la mano.
Pero en el juego, aparentemente un mero formalismo para llegar a la final contra Brasil, todo se les derrumbó.
Mi visceral convicción es que Chile, después de afianzarse tras una fácil victoria contra Australia, no verá a ningún cuco este 18 de junio, cuando se enfrente a los ibéricos y les gane el partido con solvencia futbolística y garra.
Ese duelo de “Las Rojas” será un mini Maracanazo a la chilena. Y chao. Adiosh tío.
Dado que La Naranja endiablada también le ganará a Australia, el partido final de ese grupo será a muerte (o irremediablemente aburrido) para determinar quién jugaría con Brasil en octavos.
Chile vs Holanda será entretenido.
Será entretenido justamente porque es jugando, sudando, como se llega a la gloria. Y más allá de los horrores y negligencias arbitrales, es el fútbol en sí mismo lo que en última instancia te lleva a ganar o perder.
Por ejemplo, España tuvo a favor un penal que nunca existió.
Sin merecerlo, el campeón ganaba cómodamente al “eterno vice-campeón mundial”.
Pero el fútbol elegante, preciso y a ratos acrobático de Holanda nos regaló manjares de goles y un partido histórico.
Suena paradójico pero a mi modo de ver, es el mismo fútbol el que reparte justicia, no el juez central o el juez de línea.
A Dos Santos le negaron dos goles legítimos por gracia del colegiado de línea,
Pero el fútbol abnegado, otra vez, hizo justicia dándole los tres puntos a los aztecas.
Más allá del blabla de las ruedas de prensa y los farfullantes artículos del “periodismo especializado”, la realidad la pone los 11 contra 11.
Y eso se debe a que este juego es jugando.
- ¿Qué te pareció la noticia?
- Buena
- Regular
- Mala