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Portoviejo
Las casas sirven ahora como discotecas

Marta May cuenta que cada sábado cerca de su casa, en la calle Vicente Macías, la bulla se torna insoportable.

Martes 10 Junio 2014 | 08:00

En una vivienda del sector, en una terraza a medio construir, cerca de medio centenar de jóvenes (de entre 14 y 20 años) hacen frecuentes fiestas que duran de 15h00 a 21h00. Ella cuenta que los vidrios vibran por el alto volumen de la música, el humo los afecta y hasta ha escuchado que les cobran una entrada.
Este rotativo intentó entrevistar a una mujer en la casa señalada, pero ella se negó y cerró de golpe la puerta a los periodistas.
A unas seis cuadras de allí, Dolores Vega da cuenta de otra vivienda que se convierte en discoteca.
“Las hacen los sábados. A veces hay peleas y hasta piedras se han lanzado”, contó y confirmó que todos los que asisten lucen como menores de edad.
Un padre de familia, que prefirió la reserva de su nombre, contó que conoce de casas que funcionan así cerca del colegio Uruguay y otra por el sector de la Fundación Oswaldo Loor.
Común. Óscar Rueda, jefe de la Dirección Nacional de Policía Especializada en Menores (Dinapen), cuenta que en tan solo dos meses han tenido que intervenir en fiestas, seis fines de semana.
El pasado sábado lo hicieron en una sede en el sector de Apolo, por la avenida del Ejército, pero cuenta que fue la excepción: siempre se usan casas y se pone como excusa un supuesto cumpleaños.

Rueda explica que mediante redes sociales se promocionan fiestas que en muchos casos no tienen ningún permiso ni cuentan con medidas de seguridad.
El pasado sábado encontraron cerca de 600 personas, la mayoría menores de edad. Se incautó marihuana, alcohol, pastillas estimulantes y preservativos. En el local había hacinamiento y hasta riesgo de asfixia. Unos 300 menores fueron retenidos.
Rueda recordó que están prohibidas las denominadas “matinés”, “minitecas”, “caídas”, donde hacen fiestas con fines de lucro, sin permisos, y con menores de edad que no están bajo la tutela de un adultos.
Testimonio. Alexander (nombre protegido) estuvo en esa fiesta y supo que iba a ir mal. “Eran las nueve y adentro no entraba nadie. Afuera eran más de cien. Los chicos reclamaban. Yo no entré porque temía no poder salir”.
Carlos Rivas, que vive por donde fue la fiesta, dijo que  en el lugar era la primera vez que veían tanta gente.
Otro testigo contó que en el sitio se repartían cintas de colores para la muñeca: “La amarilla es que querías bailar y nada más. Con la roja estabas dispuesto a otras cosas”, contó.
Control. La Dinapen realiza labores de inteligencia policial y detecta a tiempo estas actividades. El sábado actuaron con más de 80 uniformados y un fiscal.
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