Una espesa neblina y una ligera brisa acompañan a quienes integran el club “Tour Paranormal”, dedicado a investigar hechos extraños y a cazar fantasmas.
La aventura de los jóvenes empieza cerca de las oficinas administrativas del camposanto y recorre miles de tumbas existentes en el lugar.
En medio del miedo, ellos se adentran al cementerio a esperar que algún movimiento raro llame su atención.
En sus manos llevan linternas y filmadoras. No quieren pederse ningún detalle.
Roberto Burbano Chuba y sus amigos han pasado dos horas en aquel sitio. De un momento a otro un grito de auxilio los hace estremecer.
Todos imaginan que los gritos provienen de una persona que pudo haber ingresado al cementerio y se perdió entre miles de tumbas.
Los aventureros deciden ir en busca de aquella persona. Se guían por los gritos. Están convencidos que si caminan unos metros más encontrarían a quien desesperadamente pide auxilio. En ocasiones grita y llora al mismo tiempo.
“Pero mientras caminábamos aquel grito se escucha más lejos, el ambiente se pone tenso y se puede percibir un fuerte olor muy parecido al de un cuerpo en descomposición”, dice Burbano.
“En vista que no encontramos nada decidimos marcharnos, pero cuando estamos cerca de un mausoleo volvemos a escuchar gritos.
Esta presencia extraña, que se la podría asociar con un alma en pena, vuelve a pedir auxilio, dejándonos claro que no estamos solos en aquel lugar y lo único que pretende es sumergirnos en lo más profundo de la oscuridad”.
Pero los chicos del “Tour Paranormal” no son los únicos que escuchan gritos en el cementerio.
Amalia V. los escucha siempre. Ella vive a pocos metros del cementerio y dice haberse acostumbrado a oír la palabra auxilio. “Siempre pasa un poco antes de la medianoche”, dice Amalia V.