Esto porque, según dijo en declaraciones a El Diario, porque quien la dirige como ministro “confunde una vaca con una bicicleta”. 

Arguye aquello en razón a que el actual secretario de la cartera de Agricultura, Ganadería y Pesca es un poeta.

No coincido con esta opinión porque, si bien el ministro es uno de los ilustres iluminados escribidores de libros y poesías en el Ecuador, ni por la mayor creatividad que tenga, creo, pueda imaginar que piense que a una bicicleta se la pueda ordeñar.

Creo, si, en que el Mashi de este régimen no ha logrado aún, luego de siete años de su gobierno del socialismo del siglo XXI, encontrar en sus huestes de seguidores, simpatizantes o afiliados, a quien, con capacidad y conocimientos adecuados, afine una política agropecuaria que saque al sector de agricultores y ganaderos de la penuria en que se encuentra.

Claro que el cuasi abandono oficial de este valioso factor de riqueza infinita, inconmensurablemente renovable, no es exclusivo de esta administración.

Porque el problema viene siendo arrastrado desde hace muchos gobiernos; pero el actual lo adosó a su accionar, autoincluyéndose en la criticada política de la vieja partidocracia al olvidarse de la potencialidad de la tierra, de los recursos naturales que posee.

Si lo hay, me disculpo; pero actualmente “no se ve, ni se siente que el cambio esté presente”.

Me imagino que así sería el estribillo que, sin duda, estuviera coreándose en las calles por parte de los campesinos.

Claro, si es que sus derechos a la protesta no estuvieran conculcados y sin el peligro de que, por reclamar públicamente, sean tachados de terroristas, como ha ocurrido en otros intentos de reclamos públicos.

Por ello es necesario que aquello de que “la patria ya es de todos”, que “la revolución ciudadana está en marcha”, que la política del “buen vivir” dejen se ser eslogan y se plasmen en realidades.

Hay que actuar con inteligencia para que los ecuatorianos que viven del y para el campo sean atendidos y se afinquen más en sus propiedades.

Para que los agricultores las quieran mucho más.

Para que con su trabajo reciban el beneficio que merecen y alejen las intenciones de emigrar a las ciudades.

Así como, pero muy especialmente, para que quienes lo hicieron, regresen pronto a ellas, a cultivarla como por ancestralmente lo han estado haciendo. Indudablemente, con el apoyo técnico y económico.

Y para ello hay que ser concreto y preciso con el Plan Nacional de Buen Vivir, pregonando y enseñando con el ejemplo. 

Porque, de lo contrario, y de a poco, lo que si puede arraigarse en las masas campesinas es aquel eslogan preferido del mandatario de: “Prohibido olvidar”.