Aunque entre Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas los índices son más bajos, pues se considera que el 32 por ciento de los habitantes ha sido diagnosticado por un médico con esta enfermedad, no deja de ser una cifra alta, pues equivale a que una de cada tres personas padece esta enfermedad.

Se trata de un problema de salud pública que merece toda la atención para prevenir su avance, sobre todo en las personas jóvenes.

Lo peor es que se trata, como califican los médicos, de un asesino silencioso, pues aunque no siempre causa síntomas, puede afectar a los órganos y desencadenar en infartos y accidentes cerebrovasculares.

Establecer campañas de control a las que puedan acceder los ciudadanos con facilidad, sin necesidad de acudir a un hospital; crear conciencia sobre los riesgos de la hipertensión; motivar una alimentación saludable y promover la práctica regular de ejercicios físicos pueden ser parte de las actividades dirigidas a prevenir los avances de esta enfermedad, ligada con frecuencia a la diabetes.