Es decir, estos días que vivimos son de “realismo mágico”, y los que mueren deben llegar primero al mundo mítico de Macondo, para luego ascender al reino de la divinidad. Y dentro de la metáfora literaria, consideramos que la comunidad de Calceta, es un “Macondo manabita”. 

 

Allí nací, allí viví la primera década de mi existencia… y esos recuerdos de la infancia te acompañan siempre… como “en cien años de soledad”. Allí conocí a los Bitar-Huerta. Familia respetable y muy influyente. Don Chafic (padre) era un ciudadano de allende los mares, dueño de un próspero negocio. Su esposa, una hermosa manabita, del linaje de los Huerta. Entre sus varios hijos e hijas, estaba José Nasser, conocido popularmente con “Pepito”. Persona amable, sencilla, entusiasta, humana… como decimos en “la gallada”… buena gente. Vino a estudiar a la UTM, graduándose como Ingeniero agrónomo. En esa área se desenvolvieron sus actividades empresariales. También hizo política. Fue Concejal; Vice Alcalde; Alcalde Subrogante. Estuvo siempre presente, en diversos eventos sociales. Pepe Bitar era un personaje donde quiera que estuviera presente. 

Se nos fue tempranamente… cuando todavía podíamos esperar mucho, de sus iniciativas creadoras. Nuestras condolencias para sus hijos y para toda su numerosa familia. Para su esposa, Marcia Andrade de Bitar. Para toda la comunidad de Calceta, que pierde a uno de sus mejores hijos. Y para Lídice, hija política de Pepe Bitar, casada con su hijo, el Ab. Chafic Adriano Bitar Zambrano, también nuestra expresión de pesar. 

Lídice Larrea, siempre despertó mi admiración. Primero pos su nombre que  nos trae el recuerdo de aquella aldea heroica por su sacrificio. Luego por su participación política que la lleva con notable éxito. 

Conocí a sus abuelos. A sus padres. Hogares de gente culta y mucho civismo. El Dr. Silvio Larrea Ruales, era el médico más notable de Calceta, en mis años de infancia. Su esposa, la distinguida manabita y mujer de cultura, Doña Teronga Loor de Larrea, era la promotora cultural y el “hall” de su casa solariega, el lugar de conversatorio de todos los intelectuales que llegaban por Calceta. 

Mi hermana mayor, la Sra. Letty Vaca de Arboleda, que ya cumplió sus felices 80 años, me cuenta que el Dr. Silvio y su esposa, fueron mis padrinos de bautizo, cuando vivíamos en Calceta. Una razón más para escribir esta crónica, en homenaje al amigo, Pepe Bitar Huerta. 

¡Viva Calceta… el Macondo manabita”.