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Mañana 29 de abril…
Mañana 29 de abril…
Por: Melvyn Herrera
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Lunes 28 Abril 2014 | 04:00

Mañana 29 de abril, hace 4 años, el 2010, en el claroscuro del amanecer, desde Manta me dirigía a Guayaquil, solo, cual Quijote, al mando de mi cuadrúpedo Rocinante con ruedas, un rojo Nissan X-Trail al que llevaba 7 años de manejar sus riendas; hasta que en la entrada de la gasolinera, en Colorado, se estrelló bajo un viejo tanquero que sin luces salió de improviso. Yo quedé atrapado en los escombros del Rocinante, atado por el cinturón de seguridad y protegido por el Airbag del volante; más detalles de esto desconozco; sólo he sabido que sin haber sido desvalijado, excepto gafas, pluma y algo más, en la ambulancia del Cuerpo de Bomberos de Montecristi, inconsciente y sangrando me auxiliaron y trasladaron al hospital general de Manta, donde en emergencia, destrozado el sector izquierdo de mi cráneo y con medio ojo de ese lado afuera, me prodigaron las primeras atenciones.

Entonces, ahí la suerte acudió a auxiliarme con la persona del joven Dr. Miguel Cantos Menéndez, quien me identificó por mis documentos, telefoneando de inmediato a su madre ¡quien es mi ahijada!; ella llamó a su amiga, mi cuñada, y ella a mi esposa; a su vez ella a mis hijos y el resto fue lógico; se decidió trasladarme al frente, a la Clínica del Sol, donde acordaron con mi hermano menor, él desde USA, con nuestro amigo Dr. Bernardo Blum -del staff médico de la clínica Kennedy de Guayaquil- que por mi gravedad debían trasladarme en avión/ambulancia a esa ciudad, donde 4 médicos especialistas, encabezados por el Dr. Estéfano Riqueros, ya me esperaban para las exitosas intervenciones en las 7 fracturas de mi cráneo y resto de mis lesiones. Luego, la larga recuperación de mi salud y memoria perdida -que olvidó hasta las deudas- que hicieron que mi esposa, 6 hijos, médicos, amigos y más, me prodiguen atenciones que nunca terminaré de agradecer. Hasta que paulatinamente volvió a mi la consciencia, para, desde la inmovilidad de la silla de ruedas, volver a caminar y aprender: A utilizar el celular, esta PC, manejar un vehículo, y a recordar casi toda mi vida borrada de mi mente. Como “mala yerba nunca muere”, luego de esta dolorosa experiencia, volví de esa otra vida y aquí estoy, sobreviviente de lo que narro, pero más espiritual y humano que antes. Francamente, desde esa inconsciencia creo que retorné siendo otra persona; por lo que, convencido estoy, que ahora debo vivir sólo para ser útil y propositivo con quienes me rodean -en orden de intimidad o cercanía-, como también con mis congéneres en general; entre éstos están ustedes, generosos lectores; e intento serlo cada lunes con estas letras…  
 
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