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Espera que desespera
Espera que desespera
Por: Edison Cevallos
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Domingo 27 Abril 2014 | 04:00

A hora que todo es identificable por la publicidad que debe darse a las actuaciones de los servidores y entes públicos, principalmente las que se dan en el ámbito de las obras que se realizan en todos los sectores y atendiendo requerimientos de la población, viendo el monto de esas inversiones realmente es para ruborizarse.

Primero, que es innegable la cantidad de recursos asignados a esta provincia; y la suma de contrataciones que se han realizado es para decir: bienaventurados los contratantes, contratistas y controladores de esas inversiones realizadas a manera de ojo de buen cubero, sin parámetros de ninguna clase, sin un control en la asignación de ellas en su mayoría; y con resultados en su ejecución para nada halagadores.

Como se irrespeta a los ceros, casi que hemos regresado a una soberanía monetaria. Los costos de las obras nos remontan a creer que estamos en sucres, como en antaño; y la pregunta del millón: ¿dónde y cuándo se ejecutaron? Y las que se dieron, qué tiempo duraron. Y otras en qué estado se encuentran, si su uso está resultando duradero o solo fue efímero.
Qué patente de corso se le ha otorgado a subsecretarías, ministerios y otras entidades, al contratar obras con empresas o contratistas que irrespetan a diario a la población, tomándose calles, plazas y veredas a su antojo, caotizando aún más el tráfico de esta permanentemente y agredida ciudad capital de los manabitas, sin que nadie les diga nada.
Obras inconclusas que permanecen a vista y paciencia de todos, interrumpiendo el tráfico normal del ciudadano, pero como vivo ejemplo del contubernio que impide correcciones y sanciones. Como le han despojado al municipio local, como dueño de la ciudad, el ejecutar obras que permaneciendo incumplidas, la entidad ante la ciudadanía carga con su culpa.
De ahí que el gran electorado se pronunció por una anhelada disciplina que muchas veces no requiere de recursos económicos para implementar verdaderos cambios, principalmente el del respeto a la población, que ahora mira atónita cómo se despilfarran los recursos en obras que no prestan un verdadero beneficio.
En este sentido, muchos vecinos del cantón, cuando se vea que por primera vez, que uno de estos beneficiarios y conocidos contratistas sea ajusticiado, dejarán a un lado su habitual escepticismo y comenzarán a creer en el cambio prometido, que no resiste más espera ni promesas. 
El escenario está listo, la población entera, o su gran mayoría, una vez más está a la espera del ajuste prometido. Sin dilaciones ni excusas.
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