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Manta
Apostadores por siempre

Pasar un día por la casa de Francisco y verla amoblada era normal, y después de una semana verla sin un mueble también lo era.

Miércoles 23 Abril 2014 | 09:12

Es que perdía apostando, y recuperaba los muebles o conseguía otros gracias a las mismas apuestas.

Su afición son los gallos, una pasión de familia que la trajo a Manta desde el cantón Olmedo, pero que el tiempo y la familia lo obligaron a abandonarla, en parte.
Y es que, confiesa, cuando se tiene pasión por algo es difícil dejarla.
Francisco llegó a ganar tanto en peleas de gallos, así como a perder. “Eso pasa en cualquier apuesta, a veces hay días buenos, pero también hay días malos”, sostiene.
A sus 52 años, dice que cree tener mucho más por vivir y no quiere seguir arriesgando su patrimonio.
A los gallos no los deja, pero las apuestas han disminuido su valor, y sobre todo no apuesta ningún bien de su casa. La última vez que jugó en el coliseo de gallos de Santa Martha fue en el feriado de Carnaval.
>LOS NAIPES. Manuel Roca no quiso contar de su vida como apostador, pero sí lo hizo su hija Paola. Él estuvo de acuerdo.
La afición de Manuel es el juego de naipes, algo que le ha dado muchas tristezas, pero más alegrías y muchas borracheras, cuenta Paola no tan contenta.
“Pasaron muchas veces en que mi papi salía sin nada de dinero y volvía con 40 dólares, 80 o más, y ya teníamos para comprar las cosas, pero así mismo pasó que salía con dinero y volvía sin nada o casi nada”, contó Paola, quien aún tiene que “aguantar” tal situación, porque Manuel no deja el “vicio” al que, según contó, él denomina trabajo.
“A veces ni comíamos cuando perdía”, recuerda ella, que era una niña cuando ocurría aquello.
Ahora que Paola tiene su empleo, no se ve tan afectada por el vicio de su padre, pero sigue en desacuerdo con ese “trabajo” de casi todas las tardes.
Hay dos fechas que Paola tiene presentes. Una Navidad que ella y su familia se quedaron sin cena, porque Manuel perdió todo el dinero.
El año no lo recuerda con exactitud, pero sí el día: era un 23 de diciembre.
Su padre salió con el dinero con que al siguiente día iban a comprar para la cena navideña y los regalos, pero lo perdió.  
La otra ocasión que no puede olvidar es una vez en que su padre tuvo una buena tarde. A un amigo de naipes le ganó cerca de 200 dólares. Volvió a casa con dinero, pero no con alegría. “Mi mami y yo nos sentíamos mal, porque el dinero que estábamos disfrutando talvez le hacía falta a los hijos de ese señor”, narró Paola, quien ahora tiene 26 años.
El pasado sábado Manuel ganó 80 dólares. Durante el día le había dicho a Paola:  “Estoy cazando una ‘guanta’ (animal que es cazado en el campo)”. Así le denomina a su “presa” al que cree poder ganar. 
>OTROS. William Chancay llegaba todas las tardes a las canchas múltiples al lado del coliseo Lorgio Pinoargote en donde juegan voleibol. Ahora, con la demolición de este escenario, los juegos se realizan tras la funeraria Santa Marianita. Todos los días apuesta.
El voleibol es su deporte favorito. Antes lo jugaba, pero una enfermedad le ocasionó un problema en el brazo derecho que le impide jugarlo.
Las apuestas no son grandes, cuenta. “He ganado o perdido 10, 20 o hasta 50 dólares”, dijo Chancay.
Pese a aquello, él nunca se quedó sin comprarle algo a su familia. Es maestro constructor de una empresa pesquera . “Lo que apuesto es para divertirme nomás”, confesó Chancay.
En el rey de los deportes, el fútbol, no podían faltar las apuestas. Las típicas se las hacen a Barcelona y Emelec en cada Clásico del Astillero.
Jorge Luis Sierra es emelecista, le apuesta todo al “Bombillo”. Su tío materno Patricio Espinales es barcelonista. Desde hace dos años han fijado apostar 100 dólares por cada clásico. Antes el valor era menor, ahora están pensando en subirlo “por los menos unos 20 dólares más”, dijo Jorge Luis.
“No hay excusa sobre si el equipo anda bien o mal; tenemos que apostar y hasta ahora hemos podido cumplir”, contó Jorge Luis.
Ellos sólo apuestan a la victoria, si hay empates no pagan.
También en ciertas ocasiones le apuestan al rival del equipo del que es hincha su “contrincante”, pero el valor es menor. Por ejemplo, hace dos semanas Jorge le ganó diez dólares a su tío porque le apostó a la victoria de Universidad Católica, que terminó ganando 2-0 a los “toreros”.
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