Su ocupación es, a la vez, su trabajo y medio de vida que llevan adelante como legado de enseñanza de sus padres, pero afrontando las dificultades del modernismo, que no solo reduce las ventas, sino que atenta contra la misma artesanía manual.
Por ello es que vale que el gobierno, a través del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), continúe en el rescate de la artesanía popular manabita, estableciendo políticas oficiales que la conserven adaptándola a la nueva sociedad.
Así como intervino en el caso del sombrero de paja toquilla, el INPC podría extender el abanico hacia otras costumbres como la confección de artículos de barro, quizá ligándolos al turismo para mostrar la habilidad del artesano o con la elaboración de recuerdos o souvenirs de nuestra tierra montubia.
Están activos los actores que mantienen vivas las costumbres, toca la decisión oficial para empujar la proyección futura de nuestra rica cultura ancestral.