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Fútbol
Valle no defraudó a la plantilla del Delfín

José Valle, juvenil de Delfín, no defraudó al técnico Duarte, quien le dio ante Aucas la oportunidad de volver al rol titular. El volante anotó uno de los dos goles del triunfo delfinista del sábado.

Martes 22 Abril 2014 | 04:00

A Valle, de 17 años, lo conocen como “Cáncamo”. El cáncamo es una minúscula pieza que sirve para colgar o para alzar materiales de gran peso. En la voz popular, se le dice cáncamo a las personas que, pese a su pequeña estatura, son fuertes y soportan mucho los golpes sin sentir demasiado dolor, como Valle.
Ante Aucas, el sábado pasado, fueron muchas veces las que el futbolista chocó contra rivales de mayor estatura y peso, y salió adelante, llevándose la pelota e incluso dejando atrás al rival que iba confiado al choque.
“Cáncamo” parece una pluma dentro de la cancha. Su desplazamiento constante distrae a los defensores, lo que le da libertad a sus compañeros delanteros de recibir el balón con espacios.
“La estatura nunca me ha perjudicado, al contrario, me permite ser más ligero y más veloz”, dijo Valle, quien mide 1,70 metros y vive en el barrio El Palmar.
Sin embargo, y contrariamente a lo que dice el volante, su estatura le jugó una mala pasada cuando, el año anterior, fue despedido del Manta por “parecer demasiado frágil”, según le dijo el técnico de las inferiores celestes.
José Valle padre, quien ha estado siempre detrás de su carrera, supo que si “cierra una puerta se abren otras”. 
A principios de temporada, encontró a quien era por entonces el técnico “cetáceo”, Néxar Zambrano, y decidió hablarle de su hijo.
“Llévalo a las pruebas físicas”, le dijo.
Valle no defraudó: de los diez juveniles que fueron a probarse, solo él pasó las pruebas y esa misma tarde quedó concentrando en el equipo de primera.
FORMACIÓN.
Fabiola Cantos, madre de futbolista, señaló que la principal virtud de su hijo es la disciplina. 
Cantos acostumbra a ir al estadio para apoyarlo, cuando Delfín juega de local. 
El sábado, cuando su hijo anotó el primer gol en su carrera profesional, explotó de alegría. “Me sentí orgullosa de mi hijo”. Valle, quien escucha lo que acaba de decir su madre, agacha la cabeza como si reflexionara. “Quiero ir paso a paso”, declara después, cuando se le pregunta en qué equipo le gustaría jugar.
“Por ahora sólo pienso en terminar bien el año con Delfín”, sostiene con esa voz baja, casi avergonzada, porque, según dice, le gusta que sus pies hablen por él dentro de la cancha.
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